Estuvo cuatro años en el ejército, fue capitana de barco mercante en la Antártida y participó en un reality de supervivencia: así es Begoña Alday, la primera mujer española finisher de la Arctic Ultra

Bilbao

Cuando la preparación de una carrera requiere de entrenar en latitudes más allá de los 50º, de modo que te lleva en los meses previos a correr por zonas heladas de Islandia o Canadá, no puede ser una carrera para cualquiera. Hablamos esta semana de la Arctic Ultra, una prueba de ultrafondo a la que el lugar en el que se disputa le añade una complicación extra: el frío. Sus participantes deben completar en total autonomía un recorrido de 120 millas -cerca de 200 kilómetros- por lugares donde se superan los treinta grados bajo cero.

Son muchos los que la definen como carrera más dura del mundo. Aunque podríamos debatir si es más duro el frío polar o el desierto, si los kilómetros pesan más en la selva amazónica o en el Yukon, el desafío que afrontó hace unos días la vitoriana Begoña Alday es apto solo para valientes. Y es que la prueba cuenta con apenas un 20% de finishers en cada una de sus ediciones.

Cuatro años en el ejército

La vitoriana nos cuenta en SER Runner cómo fue lograr hace unos días cruzar la línea de meta, convirtiéndose así en la primera mujer española en conseguir acabar la 6633 Arctic Ultra. Ni ella misma pensaba que lo lograría. Begoña tiene 28 años, y no es una deportista de élite. El recorrido que le ha traído hasta aquí es deportivo, sí -ha jugado a fútbol y practicado running-, pero sobre todo vital.

Ella misma relata cómo su vida le ha ido encaminando hasta plantearse acometer un reto de semejante envergadura. Con 18 años empezó en el ejército, donde estuvo hasta los 22, y después trabajó en barcos mercantes por todo el mundo. "He vivido rodeada de tormentas, de condiciones complicadas, y también de soledad. Me he enfrentado a un mundo muy masculinizado, en el extranjero, en lugares con otro idioma. Todo eso me ha llevado hasta aquí", relata.

Entrenar el frío

Cuando decidió que intentaría terminar la Arctic Ultra entrenó aspectos peculiares, como la tolerancia al frío: "Yo entrené aquí la exposición al frío, con baños de agua a un grado, y sí hay cosas que se modifican, como es el caso de la respiración, que es muy importante", relata. Después viajó a Islandia y Canadá para acostumbrar su cuerpo a las condiciones que le esperaban en el Yukon.

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Pero, una vez allí, y rodeada de personas con bastantes más años -la mayoría de origen anglosajón y muchas de ellas, repetidoras en su intento de acabar las 120 millas-, se dio cuenta de que lo que marcaba la diferencia en su caso era la resistencia psicológica: "Sobre todo es un reto mental, mucho más que deportivo. No hemos acabado la carrera los más fuertes, sino los que mejor hemos gestionado a nivel mental la prueba".