Reconstrucción del accidente del vuelo Iberia 610: la tragedia aérea en el monte Oiz
Error de altitud, niebla densa y un fatal impacto: así fue el accidente del Boeing 727 en Bizkaia
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Reconstrucción del accidente del vuelo Iberia 610: la tragedia aérea en el monte Oiz, en 'La ventana'
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Bilbao
Martes, 19 de febrero de 1985. Iberia operaba con normalidad todos sus vuelos. En la capital, un Boeing 727 de la compañía embarcaba el pasaje hacia las 7:30 de la mañana antes de dirigirse dirección Bilbao. A las 7:47 despegó de Madrid un vuelo que se esperaba corto, de unos 40 minutos. Media hora después del despegue, la aeronave ya se encontraba en descenso hacia Bilbao. Desde la cabina probablemente ya veían las nubes que cubrían Bizkaia. Aquel día, Bilbao y su aeropuerto estaban sumidos en una niebla espesa.
El informe que posteriormente realizó la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC), recoge la conversación entre la tripulación y el control de tráfico aéreo de Bilbao. Ya en descenso, el avión contactó con la torre de control del aeródromo. Esta le ofreció recortar el procedimiento de aproximación, una opción que se presenta habitualmente si no hay mucho tráfico para facilitar a las tripulaciones llegar a destino más rápido, pero el comandante de Iberia decidió continuar con la llegada estándar.
La maniobra recortada habría implicado que el avión, tras sobrevolar la zona de Miranda de Ebro, volara directo hacia Durango para encarar desde allí la pista, una maniobra que habría reducido su tiempo de vuelo. En su lugar, la maniobra normalizada llevó al avión desde Burgos directo al aeropuerto de Sondika. En su vertical, el avión viró por su derecha para alejarse del mismo antes de volver y aterrizar. Trazaría una ruta en una forma similar a la de una gota de agua. El viraje a derechas le llevó hasta el monte Oiz, donde comenzó a virar de nuevo a la derecha para componer la base de la 'gota' y encarar la pista 30 de Bilbao, la que se dispone encarando el noroeste.
Sistema de alerta
Como la gran mayoría de aviones modernos, el Boeing 727 contaba con sistemas de alerta de todo tipo, también de altitud. El avión avisaba a la tripulación tanto cuando se acercaba en su descenso a la altitud seleccionada por los pilotos (900 pies antes de alcanzarla), como si se pasaba de la misma 300 pies por debajo. El Iberia descendía con normalidad hasta los 5.000 pies sobre el nivel del mar, cerca de los 1.500 metros, según había instruido el personal de control aéreo. La siguiente instrucción de la torre de control les llevaría a descender a la altitud mínima del sector en el que se encontraban, una altitud establecida para que el avión no corra ningún riesgo por obstáculos en el terreno. Sobre el Oiz, 4.300 pies.
En este posterior descenso comenzaron los problemas. Según recoge el informe de la CIAIAC, la primera alerta de altitud del avión no sonó ya que solo se encontraban 700 pies por encima de la altitud seleccionada para el nuevo descenso, algo normal. Sin embargo, apunta el análisis de la Comisión a un posible fallo de interpretación de las alertas por parte de la tripulación. Las cajas negras revelaron que sonó una alerta de altitud en cabina. Es decir, el avión se encontraba 300 pies por debajo de la altitud mínima, a 4.000 pies, 1219 metros, mientras la tripulación pudo haber interpretado estar 900 pies por encima de la misma y continuó descendiendo Segundos después, se escuchó un rugido y gritos en cabina.
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Avión Boeing 727, mismo modelo que el que se estrelló en el monte Oiz el 19 de febrero de 1985. / - / Fotógrafo autónomo
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Avión Boeing 727, mismo modelo que el que se estrelló en el monte Oiz el 19 de febrero de 1985. / - / Fotógrafo autónomo
Calló panza arriba
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Aquellos ruidos, dentro de una nube densa que cubría de niebla el valle en su totalidad, se correspondieron con el choque de la aeronave con una antena de televisión que se imponía en la cima del Oiz, la tercera cima más alta en Bizkaia con 1.026 metros. La antena quedó seccionada, el ala también. Impactó con la aeronave en el encastre del ala izquierda, en la unión entre el ala y el fuselaje. El 727 perdió su plano izquierdo, se volteó sobre sí mismo y voló cientos de metros panza arriba mientras los pilotos no podían hacer nada para evitarlo. Acabo estrellándose en una de las laderas del monte dado la vuelta, resultando en el fallecimiento de las 148 personas que viajaban a bordo del avión.
El accidente no se confirmó hasta más de 40 minutos después al control de tráfico aéreo. Al inicio, servicios de emergencias pensaban que se trataba de una avioneta. Pronto descubrieron, al llegar allí, que se trataba de un avión comercial. La tragedia asciende a día de hoy a la quinta más mortal de todo el estado, la mayor en Euskadi, donde perdieron la vida los 141 pasajeros y la tripulación, otras 7 personas más.