Pulsamos el botón rojo con el proyecto 60 minutos

Vitoria-Gasteiz

60 minutos, una hora para pararnos ante el caos cotidiano en el que
convierte el día a día. Este es el proyecto que pusieron en marcha el año pasado Izaskun Martínez y Raque Oliva, para hacernos reflexionar sobre el estrés del día a día y la necesidad de pulsar el botón rojo para pausar el tiempo. "Este proyecto nace de la necesidad de parar nuestro caos diario, hacer el necesario paréntesis en el día a día, porque muchas veces no somos conscientes en qué gastamos nuestro tiempo, y creo que todos tendríamos que tener ese botón rojo de parar y poder aprovechar el tiempo de otra manera", ha indicado Martínez, que también destacaba que "aún no tenemos físicamente ese botón rojo, pero lo tendremos muy pronto".

Estamos en un momento en que parece que la tecnología y el móvil lo rige todo, y se han perdido ese necesario contacto que hace que las relaciones y conversaciones sean más humanas, más cercanas, escuchar y ser escuchado al fin y al cabo. Oliva nos contaba como "el formato consta de una exposición, por parte del o la protagonista que nos venga a contar su historia, de unos 20 minutos y luego se pasa a un turno de preguntas, porque no es una charla unidireccional, sino que para nosotras también es muy importante esa conversación que se da entre la protagonista y las 19-20 personas que acuden al local".

Ubicación desconocida para una experiencia enriquecedora

Un local, que está en la kutxi, pero su punto exacto es secreto, sólo lo conocen las personas que acuden a las charlas, a la experiencia de 60 minutos. Además, para apuntarse "hay que hacerlo del modo tradicional en una agenda física y con boli. Agenda que va rotando por los bares de la kutxi y ponemos a través de nuestro canal de instagram dónde cada mes", ha explicado Izaskun Martínez. Así se logra otro de los objetivos que se busca con 60 minutos que es dar a conocer el casco viejo y dotarlo de una actividad cultural diferente y muy gratificante. Cada mes, un jueves por la tarde de 19:00 a 20:00, una nueva historia toma el escenario.

Además, este es un espacio que sorprende a quien cruza su puerta, ya que se encuentra con un sitio único, en el que nadie juzga ni es juzgado, sino que viene a escuchar y enriquecerse con una experiencia única. De hecho hasta la decoración, muy cuidada, "que hemos hecho con cosas recicladas, pocas son las que hemos tenido que comprar, porque también queríamos que la experiencia naciese por ahí, que entrasen los cinco sentidos", ha indicado Martínez. A esto hay que sumar la luz tenue que crea un ambiente acogedor, mientras que diversos detalles añaden un toque vintage y peculiar. Mientras la barra de bar invita a tomar algo y charlar.

"Es muy importante crear lugares de escucha"

Unai López de Armentia, creador de la sala Baratza junto a su hermana Garazi, fue el primero en abrir estas charlas. El primero que pulso el botón rojo y se puso delante de esas 20 personas a contarles su experiencia profesional, apostando por las artes escénicas desde hace más de 10 años, y personal. "Recuerdo que fue un momento muy bonito y hacen falta más espacios como este que nos de la oportunidad de pararnos, pensar, reflexionar. Gracias a esto se está logrando un lugar de encuentro para generar comunidad y crear familia".

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5 historias más han pasado por el escenario estos meses; Dora Gálvez, Maider Pérez de Heredia, Ania Otaola, Verónica Berenguer y Olentzero eta Mari Domingi, en la que los que llenaros la sala fueron niños y niñas este pasado mes de diciembre. 6 historias diferentes y con las que el público se ha podido meter en la piel de los y las protagonistas. Martínez recordaba como "la historia de Dora fue muy emocionante y se pudieron ver lágrimas, porque es algo que se vive de una manera muy cercana".

Berenguer, cómica de profesión, recordaba como "la gente me preguntaba si siempre estaba haciendo bromas y era así y la verdad es que tras la charla ya vieron que sí, que era real y que me río de mi misma muchas veces, porque hacen falta más sonrisas". Mientras que la propia Dora animaba "a que todo el mundo se anime a ir a 60 minutos, no sólo a contra tú historia, sino a escuchar al resto, porque se crea una burbuja en el que tiempo se para y sales con una dosis de vitaminas que te reactiva".