Un viaje por mil años de historia de Gipuzkoa
El museo de San Telmo inaugura la exposición 'Ipuscua 1.000 años' con el objetivo de dibujar la memoria colectiva de un territorio a través de medio centenar de piezas
Jon Insausti, concejal de Cultura y Susana Soto, directora del museo de San Telmo, en la presentación de las actividades y exposiciones para 2025
Gipuzkoa arranca la celebración de los mil años de aparición de su primera referencia escrita con una exposición en el Museo San Telmo de San Sebastián, que ofrece desde este sábado un viaje por la historia del territorio desde 1.025 hasta la actualidad a través de documentos, escudos, maquetas y relieves.
La muestra 'Ipuscua 1.000 años', que permanecerá hasta el 11 de mayo, ha sido presentada en una rueda de prensa por su comisario, Iosu Etxezarraga, la diputada foral de Cultura, Goizane Álvarez, el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, y la directora del museo donostiarra, Susana Soto.
Desplegada en dos de las capillas del antiguo convento, la exposición se planea como un viaje de mil años que muestra la forma en que Gipuzkoa ha pasado de ser una demarcación geográfica difusa a un territorio con entidad jurídica e instituciones de gobierno propias que han perdurado hasta la actualidad. El objetivo es dibujar la memoria colectiva de un territorio a través de medio centenar de piezas que, según ha explicado su comisario, han sido seleccionadas por una comisión "coral" formada también por personal técnico de San Telmo o de Gordailua.
Primera referencia escrita
El recorrido arranca con la exhibición del documento que incluye la primera referencia escrita de Gipuzkoa, que recoge la donación por parte del señor García Acenáiz y su esposa Gayla de la iglesia rural de San Salvador de Altzo al monasterio de San Juan de la Peña.
Este documento escrito en latín, que pertenece a los fondos de la biblioteca de la Universidad de Zaragoza, presenta a García Acenáriz como señor "deipusuca" -todo junto- y se convierte en la primera referencia escrita de un territorio que era muy diferente al actual.
En la primera parte de la muestra se exhiben además piezas procedentes de diversas excavaciones arqueológicas como la estela de Santa Teresa, varias hebillas recuperadas en Getaria y otros enseres que recrean la forma de vida en unas aldeas cuya economía estaba vinculada a la industria pesquera, la ganadería y la siderurgia.
Entre las piezas relevantes figura también la recopilación de los Fueros, que permite comprender la importancia del crecimiento urbano y la fundación de villas a través de las cartas pueblas.
La primera villa fue San Sebastián, aflorada hacia 1180 por Sancho VI de Navarra, a la que siguieron Getaria, Hondarribia, Mutriku y Zarautz. En la segunda parte del recorrido se refleja la consolidación territorial e institucional de Gipuzkoa y se muestra el apogeo de la industria naval y siderúrgica, así como el ascenso social y político de muchas casas y linajes guipuzcoanos.
Gran maqueta de madera
El imponente escudo de los Idiáquez, un emblemático arcón de Berastegi, junto a libros y actas, se suceden en este espacio en el que la pieza estrella la conforman los relieves de Jerónimo de Larrea, que ofrecen una representación mitológica del escudo de Gipuzkoa.
Finalmente, la última parte de la exposición, que repasa una época de importantes cambios que arranca en el siglo XIX, muestra una gran maqueta elaborada en madera, que fue presentada en este mismo museo donostiarra en 1951, en la que se puede contemplar ya una Gipuzkoa con sus 88 localidades actuales y sus principales ríos y montañas.
La exposición desemboca en la iglesia del museo, cuya visita complementa la historia descrita, convirtiéndose en colofón con los lienzos de Sert, que representan once escenas ligadas a la historia de Gipuzkoa y el País Vasco.
En este espacio también se encuentra los sepulcros de Alonso de Idiaquez y García de Olazabal, fundadores del convento de San Telmo y claro ejemplo de esas élites guipuzcoanas que prosperaron al servicio de las monarquías de Carlos I, Felipe II y sus herederos.
