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Historia

De Tartu, Estonia, a Vitoria-Gasteiz para observar el eclipse de 1860

Numerosos astrónomos observaron el eclipse total de sol del año 1860 ,en el cerro de Santa Lucía de Vitoria-Gasteiz, entre ellos Johann Heinrich Mädler, director del observatorio de Tartu (Estonia)

Vitoria-Gastiez

El 18 de julio de 1860 tuvo lugar un eclipse total de sol visible en España, que fue el único país de Europa donde pudo ser contemplado. Un número importante de astrónomos acudió a presenciarlo en territorio alavés, donde establecieron sus observatorios expediciones provenientes de Rusia, Estonia, Alemania, Inglaterra, Dinamarca y Francia.

Días antes del eclipse, el diario bilbaíno Irurac Bat informaba, que los vecinos de Otxandio (Bizkaia), estaban muy molestos porque el eclipse se hubiera señalado para la tarde del 18, el día de su patrona Santa Marina, y que por ello a la hora del aperitivo, se hiciera de noche. Decían que alguien debiera de aplazar el fenómeno astronómico. Unos salerosos los otxandiarras.

Desde Estonia

Varios conocedores y amantes de la astronomía, aconsejaron a Johann Heinrich Mädler, de origen alemán, entonces director del observatorio de Dorpat en Tartu (Estonia), que el sitio adecuado para observar el eclipse era la ciudad de Vitoria.

El astrónomo partió de aquella capital en su carruaje personal, acompañado de su esposa Minna Mädler (de soltera Minna Witte) (5) y de Martín Saar, un agricultor que en aquel momento trabajaba en el observatorio estonio como sirviente, pero que por la falta de personal, había tenido que ayudar a Mädler en sus trabajos. Había adquirido unos conocimientos notables y su concurso era necesario.

Entonces Estonia pertenecía al imperio ruso y la ayuda estatal mas importante para una expedición, fue recibida por el observatorio de Pulkovo. Tartu recibió 1.000 rublos y 250 más destinados a Saar, para comprarle ropa.

La parada mas importante de la expedición se realizó en Paris, para recoger a Hermann Goldschmidt, mundialmente famoso por sus numerosos descubrimientos planetarios. A ellos también se unió el terrateniente Gustav Rennenkampff de Helme.

Los viajeros llegaron a la frontera de Irún, donde no hubo mayores problemas, para pasar la muga. Entonces para llegar a Vitoria se utilizaba la carretera a Madrid, que era conocida como “Camino Real de Postas”, y que no era coincidente en gran parte con la actual N-1. Mädler, desde Irun se dirigió a Donostia, por Pasaia. Tras dejar la capital donostiarra se dirigió a Tolosa y Beasain. y desde aquí, pasando por Zumarraga, Bergara, Arrasate, Leintz Gatzaga, Arroiabe y Betoño, llegó a Vitoria, entrando por el actual Portal de Legutio.

A Mädler le llamó la atención la zona de Pasaia, “un maravilloso punto”, la belleza de los bosques de Gipuzkoa, y San Sebastián que “no es menos bonita y que hace tiempo que se ha recuperado de la destrucción que ocurrió hace casi cincuenta años”.

Las mulas y caballos, que tiraban de su diligencia, tuvieron que ser reemplazadas por una larga reata de 10 y hasta 12 bueyes, para superar alguna empinada cuesta en Gipuzkoa, tras lo cual se sustituyeron estos por mulas, mas veloces. Se fijó en la fuerza física de las personas que manejaban los bueyes, a los que azuzaban con azotes y el grito de ¡aida!, ¡aida!, voz euskerika con que se incita a andar al ganado y que significa, ¡vamos!, ¡vamos!. Le dio cierta pena el trato a aquel ganado: “¡que pobres animales!”.

En su viaje desde la frontera a Vitoria, observó el cuidadoso cultivo de la tierra y la animada actividad en los talleres de todo tipo, que manejaban el hierro y martillos de cobre. Escribió que “eso exactamente era lo contrario de lo que uno esperaría encontrar en España, según el prejuicio tradicional habitual”.

Percibió que en la tierra vasca “reinaba aparentemente la paz, en unos paisajes en los que hace un cuarto de siglo se desató la guerra civil más terrible y el fanatismo salvaje armó a hermanos contra hermanos”.

La Vitoria que vio Mädler

Mädler llegó a Vitoria el 11 de julio, 7 días antes del eclipse, y le dio tiempo para contemplar la ciudad detenidamente. Hemos extraído lo que nos ha parecido mas interesante, de sus apreciaciones: “Vitoria está formada por una antigua población en lo alto, y otra parte baja mas nueva. En aquella están las catedrales y la mayoría de las otras iglesias; en esta, el gobierno, el correo, otros edificios similares y las posadas. Hay muchos edificios vacíos, en particular, en la parte alta de la ciudad, y muchos otros ya no son habitables. Conduciendo por estas calles estrechas rara vez ves un carruaje. En la parte alta hay ventanas sin cristal, en realidad sólo agujeros en la pared, que se cierran con una trampilla o corredera. En general, incluso en los mejores edificios, hay menos ventanas y más pequeñas que las de nuestro país, pero casi todos tienen balcones. Irún, Tolosa, Bergara y otras ciudades de esta zona muestran el mismo carácter.

La parte nueva de la ciudad es completamente diferente. Aquí las calles son mucho más anchas, que forman grandes y hermosos paisajes, completamente similares a los de las ciudades alemanas. A ninguna ventana le falta toldo. El parque de La Florida es un hermoso jardín público con magníficas flores; el Prado, que aquí lo pronuncian como “El Prao”, es bastante extenso,

En las calles y en las plazas ves unos cuantos caballos, bastantes mulas, pero sobre todo bueyes, que son indispensables como medio de transporte, a los que para proteger contra la insolación, se les ponen gorros de lana (2).

Encontramos aquí en todas partes, que los caminos están en excelentes condiciones, incluso en los lugares mas difíciles y los muchos montones de piedras en los bordes, dan testimonio de que continuamente se ocupan en su mantenimiento y mejora.

La ropa de la gente bien situada, no difiere significativamente de la que se usa generalmente en Europa, excepto que ninguna mujer lleva sombrero, pero utiliza una mantilla muy bonita.

Los hombres utilizan sombrero y las mujeres usan el abanico, con mucha elegancia. La gente lleva zapatos blancos o solo una suela con bordes anchos (3). Se pueden ver muchos clérigos deambulando con amplio sombrero de sacerdote y el manto negro.

Los vascos, que sin embargo en Vitoria no constituyen la totalidad de la población, como en el norte de los Pirineos y en Francia hasta el Adour, son fuertes, pero en absoluto bellos. Sin embargo su figura y su postura al andar lo compensan. Tanto en el español como en el vasco se aprecia un sentido de dignidad y de orgullo, pero en ningún caso vergonzoso.

La hermosa plaza de Vitoria, con entradas arqueadas, parece un Palacio Real en miniatura. Las arcadas recorren todo el espacio interior, donde se han establecido las tiendas, y en el lado más señorial, se encuentra el hermoso Ayuntamiento. En las tardes de clima agradable, la plaza se llena de paseantes y hay un diario mercado de alimentos y otros artículos.

En Vitoria también se puede ver una plaza de toros, pero ya hace cuatro años que no hay corridas de toros.”

Los Preparativos

Como hemos dicho el astrónomo llegó a Vitoria el dia11. El 12 resultó ser un día gris y fresco, y Mädler vio que el clima aquí y en los alrededores durante varios días mostró el mismo carácter, lo que le causó cierto pesimismo de cara a poder observar el eclipse el día 18.

Encontró en Vitoria gente de lo más dispuesta a ayudarle en su empresa. Dos ciudadanos locales, “el señor Dejado y su jefe el señor el señor Letourneur”, se encargaron de que contactara con las instituciones. El primero ya les había visitado el día 12 por la mañana, para familiarizarles con todas las autoridades y personalidades de la ciudad, acompañándoles a visitar al gobernador, al alcalde, a los ingenieros y a otros notables..

Especialmente, “el jefe”, se ofreció a acudir con los astrónomos, donde quisieran. Dice Mädler que: “En todos los lugares encontramos la promesa más firme de ayuda, y esto no se quedó de ninguna manera, en palabras vacías.”

Acompañó en todo momento a Mädler y a otros astrónomos, sirviéndoles de intérprete, el administrador de loterías de Vitoria, José de Jado, un bilbaíno que había recorrido medio mundo, que hablaba con soltura el alemán, el francés y el inglés.

Su primera preocupación fue elegir un punto de observación adecuado. Relata que había pensado en situarlo en la cima del Gorbea, situada a 5020 pies de altura y a una distancia de 27 km. de Vitoria. Desechó la idea: el acceso era dificultoso y el monte citado casi siempre estaba envuelto en niebla.

Finalmente se decidió en febrero por un punto mas cercano a Vitoria, una colina elevada a unos 60 pies sobre la llanura que le rodeaba, situada cerca de los caseríos de “Betiberrigutxi” (1), desde la cual se tenia una amplia visión. El lugar era un terreno no labrado de titularidad pública, que se encontraba entre la Ermita de Santa Lucia – ya desaparecida- y el ferrocarril de Madrid a Irún en construcción (7).

Mädler se había hospedado en la Fonda de Posta, donde estaba el servicio de correo de la ciudad, la cual estaba situada en lo que hoy es la calle de Postas. Comprobó que en 20 o 25 minutos, se podía recorrer a pie la distancia de 1,4 kilómetros, que había desde la fonda al promontorio de Santa Lucia.

Mädler, visitó en Rivabellosa (Álava) a su colega ingles Warren de la Rue, que había establecido su observatorio en ese pueblo, donde Warren obtuvo la primera fotografía de un eclipse total de sol, con su heliógrafo de Kew. Allí tuvo la oportunidad de ver la cabaña que había montado el inglés para la observación, que incluía un laboratorio fotográfico. Mädler dice que “había que satisfacer a la población de Rivabellosa y a todos los presentes, incluido yo, así que fuimos fotografiados en grupos junto a la cabaña.”

Tuvo noticias de que el tiempo seguía igual en todas partes: cielo nublado hasta en la ribera del Rio Ebro, e incluso en puntos mas alejados.

La fonda fue acogiendo día a día a nuevos clientes, principalmente a los astrónomos y sus equipos provenientes de otros países, por lo que no quedó espacio disponible para alojar a otros viajeros. El clima permaneció desfavorable, aunque mostró una hermosa tarde el día 14 con cielo estrellado, y al día siguiente un día caluroso, pero por la tarde siguió una tormenta y el cielo se nubló y apareció la lluvia. La incertidumbre, respecto al tiempo que hubiera el día 18, seguía produciendo una gran ansiedad.

El observatorio

El día 14 comenzaron los trabajos en la colina de Santa Lucia, para emplazar adecuadamente a los astrónomos. Se acotó con estacas un terreno de forma circular de 100 pies de diámetro, para colocar en su interior los dispositivos y telescopios. Con esta medida, se impedía el paso de la gente, y los astrónomos podrían trabajar con tranquilidad. Dentro del terreno, se construyó una cabaña de madera abierta por su lado sur, se colocaron doce puestos donde atornillar y montar los instrumentos de los astrónomos y en el centro se colocaron cuatro postes inclinados para colocar un tragaluz artificial, con un espacio libre debajo. La autoría del diseño del recinto fue de Mädler y el trabajo sobre el terreno para la preparación del cercado con todos sus pormenores, se llevó a cabo por ingenieros locales dedicados a la topografía. En un plano publicado por Mädler, podemos ver todos los detalles del recinto en cuestión.

El día 17, el gobernador de Álava, Antonio María Fernández de Heredia, “Conde del Cerro”, acompañado de Mädler, visitó el punto de observación en el cerro de Santa Lucia, para ver por si mismo que todo se había realizado como era de desear.

El astrónomo fue informado de un decreto, en el que se especificaba que se ponía a disposición de los científicos gratuitamente el telégrafo de Vitoria y que el día 18 por la tarde, tras el eclipse, ellos lo utilizarían de forma exclusiva, sin ser usado por otras personas. Mädler hizo uso de esa concesión, entre otras cosas para telegrafiar antes y después del eclipse y para solicitar las señales horarias y otros datos necesarios, al Observatorio Astronómico de Madrid.

El eclipse

El tiempo continuaba siendo no favorable para la observación del eclipse y el día 17 dos astrónomos ingleses abandonaron Vitoria. En la mañana del día 18, -el del eclipse-, el astro rey aparecía y desaparecía y Mädler escribió: “En esos momentos estuvimos oscilando entre el miedo y la esperanza, hasta que después de las 12 horas, el sol decididamente predominó”.

No solo los astrónomos estaban interesados en el eclipse. Toda la ciudad de Vitoria y sus alrededores participaron en el gran acontecimiento del día, rodeando una multitud el recinto acotado, donde se encontraban los astrónomos. Por orden de las autoridades militares, 100 hombres de infantería y 20 de caballería rodearon la zona, para evitar cualquier interrupción que impidiera el trabajo de los científicos.

Entre los miembros del equipo de Mädler, se distribuyó el trabajo de esta forma: el astrónomo se centró en observar la corona solar y sus protuberancias; su esposa Minna Witte, observó especialmente durante la oscuridad el color de las nubes, así como los picos de las montañas, otros objetos terrestres y los aumentos y disminuciones de la oscuridad a través de un cristal ennegrecido; Martim Saar, con una vista excelente, observó las estrellas y las marcó con lápiz sobre sobre un hemisferio artificial construido al efecto.

El eclipse pudo ser observado en toda su plenitud y con todos los detalles. Dio comienzo a las 13:37:05 y finalizó a las 15:59:04, siendo el punto medio a las 14:51:08. La oscuridad total tuvo una duración de 2:43, y los astrónomos y sus ayudantes tomaron infinidad de datos y dibujos, sobre todo de las protuberancias del sol. Mädler quedó satisfecho y escribió: “Todo salió como lo deseaba, y envié despachos telegráficos, a través de un mensajero, que estaba listo para ir a la oficina de telégrafos”.

En un libro editado por Mädler en 1861, relativo al eclipse observado en Vitoria, se publicó una ilustración en color de su esposa Minna, que reproducimos aquí, cuyo pie dice: “Lichtfigur in derletzter Halbminnute vor der totalität in Vitoria, hesehen von Minna v. Mädler” (Figura luminosa medio minuto antes de la totalidad en Vitoria, visto por Minna von Madler).

En la misma publicación aparecieron dos dibujos con el aspecto de las protuberancias de la corona solar, tal como las vieron en Santa Lucia, los astrónomos Mädler y Goldschtmidt.

Mädler y su equipo regresaron a Estonia en su diligencia, realizando varias paradas en el camino para mostrar y exponer sus observaciones a otros científicos. El viaje de ida y vuelta duró 129 días, recorriendo unos 8.000 kilómetros. Hoy por autopista, son unos 7.000.

Despedida

Los astrónomos que estuvieron en Vitoria, redactaron un emotivo mensaje de despedida y agradecimiento, que fue publicado en el “Boletín Oficial de la Provincia de Álava”, el único medio impreso que llegaba a la gente, al no editarse entonces ningún periódico en la ciudad.

Esto dice la misiva de despedida: “Los astrónomos de diferentes naciones reunidos en Vitoria para la observación del eclipse de sol, vuelven ahora a su patria, felices de haber quedado favorecidos el día 18 por la luz inesperada del Cielo y dichosos de sus experiencias. Antes de salir de tan amable ciudad, quisieran dar públicamente a sus habitantes, un testimonio de agradecimiento y viva gratitud, por las pruebas de bondad, de afabilidad y hospitalidad graciosa, con las cuales han sido prevenidos, sea de parte del Gobierno, sea de parte de las Autoridades de esta provincia, sea de parte de una multitud de personas que han hecho todo lo posible para ser agradables y útiles a ellos y a la ciencia que es de todos los países. Puedan tan amables ciudadanos, tan dignos de los

favores abundantes de la hermosa naturaleza, gozar muchos años con toda paz, salud y felicidad de las bendiciones del Cielo, guardando en su noble corazón una amable y afectuosa memoria de los astrónomos extranjeros, que les saludan ofreciéndoles al salir de este país, el homenaje de sus mas sinceras salutaciones. Mádler, Directeur de L´Observatoire Impérial de Dorpat. - G de Renenkampff de la Livonie. - Rev. H. A. Goodevin - Profesor G. Never de Université de Kiel. - Rev J. S. Peroune. - Fh. N. Fhiele, Cand. Astr. - H. Goldschmidt de París. - V. Arrest, Direrteur de L'Observaloire Royal de Copenhague. - G. Bianchi, de Toulouse. - G. Schulz, de Hannover. - C. Schulz jun, de Hannover.”

Por su parte, las autoridades y las personas de Vitoria, que tuvieron trato con estos ilustres visitantes, mostraron unánimes elogios por su amabilidad, modestia y sencillez de trato. En este sentido se destacó a Minna Mädler, “una persona, llena de distinción y de talento.”

Los observadores vitorianos

No faltaron a esta cita tan importante, los astrónomos aficionados vitorianos. Observaron el eclipse, los profesores de física, geografía e historia natural, del instituto de Enseñanza, Félix Eseverri, Daniel R. de Arrese y Antonio Pombo y el director de la Escuela Normal, Benigno Lacunza. Utilizaron un anteojo “Dollond” que regaló Bartolomé de Ayala a la Iglesia Colegiata de Vitoria. Con los datos obtenidos en la observación, redactaron un informe, que fue enviado al Observatorio Astronómico de Madrid.

Otros, estudiaron los efectos que el eclipse causó en las plantas y los animales, entre ellos Pedro Vicente Zabala Boneta (6), farmacéutico de Vitoria que vivía en una casa de campo con jardín en las afueras de la ciudad. Los principales resultados de sus observaciones fueron los siguientes: los potros se acurrucaron temerosos contra sus madres, mientras hubo oscuridad total; las gallinas entraron rápidamente en el gallinero, del que no volvieron a salir ese día; un canario escondió el pico bajo su ala hasta que salió el primer rayo de sol y entonces comenzó a cantar alegremente de nuevo; los gorriones, de repente dejaron de piar; se pudieron ver murciélagos volando, que desaparecieron rápidamente cuando apareció la totalidad; una enjambre de abejas corrió hacia la colmena; las mariposas diurnas desaparecieron con la oscuridad, pero las mariposas nocturnas salieron volando.

Otros vitorianos, dejaron anotado que la planta conocida vulgarmente como el “perejil de la reina”, abrió los pélalos de su corola un cuarto de hora antes del eclipse y cuando la tierra quedó en completa oscuridad aquella se cerró, volviéndose a abrir cuando el sol emitió los primeros rayos de luz; que algunos insectos del orden de los coleópteros, recogieron durante la oscuridad sus antenas y sus tres pares de patas, quedando enteramente inmóviles, hasta que con la aparición de la luz, volvieron a ponerse en movimiento. Por su parte las abejas abandonaron las flores para meterse en las casas, siendo el mas notable de estos fenómenos el ocurrido en el Instituto de Enseñanza (4), cuyas galerías, en los momentos de mayor oscuridad, se inundaron de dichos insectos, procedentes de los jardines de La Florida que rodeaban el edificio, de donde salieron tan pronto como el sol empezó a lanzar sus rayos. Los canarios y golondrinas dejaron de cantar, y por último, se dejaron ver en la atmósfera muchos murciélagos, y alguna que otra ave de rapiña nocturna.

Como lo contaron otros

En parte de una carta, que se guarda en el Archivo Histórico de Euskadi, enviada desde Vitoria el 22 de julio 1860 por una persona que firma simplemente como “P”, dirigida a Ramón Zabala, el remitente cuenta como fue el eclipse en Vitoria: “Aquí se vio el eclipse admirablemente pues el cielo que estaba muy nublado por la mañana, se despejó como por encantamiento media hora antes de que empezase. Yo estuve en el alto de Santa Lucia con casi todo el pueblo, pues los astrónomos extranjeros que habían venido a estudiarlo se situaron allí y muchísima gente los imitó. El día estuvo magnifico pues aunque salió el sol, el viento era tan fresco que mas bien hacia frio y casi todas las señoras estaban con capas. No te puedes figurar que espectáculo tan sorprendente hacia el horizonte, el campo y el pueblo de Vitoria, visto con aquella luz que no se parece a nada. Te aseguro que se podía hacer un viaje largo por verlo. Todas las gentes que se hallaron allí, estaban entusiasmadas.”.

Por su parte, el poeta vitoriano Obdulio Perea, dejó escrito en una crónica como fue el momento del eclipse total en Santa Lucia: “La gente del pueblo, y especialmente las mujeres, que en gran multitud acudieron a las inmediaciones del punto en que se hallaban los observadores, creyeron inminente una terrible tempestad al aproximarse el momento de la total desaparición del sol, y algunas prorrumpieron en llanto y trataron de huir despavoridas; pero su temor se convirtió pronto en un sentimiento de indecible sorpresa al ver la corona luminosa, y algunas estrellas que brillaban en un horizonte limpio y despejado; reinando en la muchedumbre, durante este sublime espectáculo, un silencio sepulcral, que fue interrumpido, a la reaparición del sol, por un grito unánime de nueva sorpresa y alegría.”

En 1862, llegó a Vitoria desde Burgos en tren, el escritor danés Hans Christian Andersen (1805-1875), famoso por sus cuentos para niños como “El patito feo” y “El soldadito de plomo”. En su libro “I Spanien”, dejo escrito lo siguiente: “Habíamos llegado al país de los vascos. No hacia mucho que Vitoria había sido, aunque por pocas horas, agitado centro de observación al servicio de la ciencia; el 18 de julio de 1860 se reunieron aquí todos los astrónomos de Europa para estudiar el eclipse total de sol”

Proyecto de monumento

Hubo intención de levantar en el altozano de Santa Lucia, un monumento que recordara tanto al evento como a los astrónomos que observaron el eclipse. La Diputación de Álava dirigió un escrito al Ayuntamiento, recalcando que merecía la pena dejar constancia para la posterioridad de un hecho de tanta trascendencia e importancia en el mundo científico, proponiendo levantar un monumento sencillo que lo recordara. La corporación municipal vio con buenos ojos la iniciativa y encargó la redacción de un proyecto a Carlos Imbert, un artista vitoriano, que es autor entre otras obras, de las dos estatuas que podemos contemplar en la escalinata de entrada a la Diputación, dedicadas al General Álava y a Verástegui.

Imbert proyecto un monumento formado por una base con tres gradas, sobre la que se apoyaba una columna de sección cuadrangular de piedra, y sobre esta otra de sección circular, coronada por un globo terráqueo de hierro colado. Se preveía un espacio en cada uno de los lados de la columna, para grabar las inscripciones que se creyeran convenientes. La piedra a utilizar sería de las canteras de Armiñón y Elguea.

El monumento proyectado, se emplazaría dentro de un terreno circular, cuyo suelo sería rellenado con cascajo o arena, colocándose cuatro asientos de piedra. El coste de su construcción se estimaba en 13.000 reales. La falta de dinero en las arcas municipales, fue la causa de que el monumento finalmente no se construyera.

En 1891 se colocó en el lugar un sencillo monolito de piedra, con forma de pirámide de base cuadrangular, que hoy sigue en pie con una inscripción que dice: “En este terreno se situaron las misiones científicas enviadas por diferentes naciones para estudiar el eclipse total de sol que tuvo lugar el día 18 de julio de 1860”.

Agradecimiento

Durante muchos años, he tenido una gran interés por conocer que ocurrió en Vitoria-Gasteiz, durante el eclipse observado el año 1860. Los cronistas locales dan poquísimos detalles de aquello, -excepto Obdulio Perea-, y no se puede encontrar datos en la prensa local, ya que entonces no había periódicos editados en Vitoria. Escasas son las menciones que he encontrado en la prensa estatal, que dedicó sus crónicas al evento, pero referidas a otras ciudades. Así que ha habido que buscar datos, principalmente en instituciones de otros países y en los archivos de nuestro territorio, para poder preparar esta historia. He dedicado muchas horas en la investigación, por lo que pido que si alguien quiere reproducir lo que aquí se cuenta, haga mención a su autor y al medio en que se ha publicado.

Una parte importante de los datos utilizados para elaborar este artículo, han sido facilitados por Jaan Pelt, astrónomo del Observatorio de Tartu (Estonia), a quien agradecemos su aportación y su excelente disposición para atendernos. Así mismo, mostramos nuestro reconocimiento al Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz, al Archivo de Álava y al Archivo Histórico de Euskadi, por las facilidades dadas para la consulta de documentos que interesaban.

(1) Betiberrigutxi, palabra en euskera, que traducida al español significa siempre nuevo pequeño.

(2) Se trata de un zamarro de piel de oveja con su lana, que se coloca sobre el yugo y las cabezas de los bueyes, para protegerles de la lluvia y evitar que la correa que sujeta el yugo se moje.

(3) Quizás se refiere a la alpargata o a la abarca.

(4) En el antiguo edificio del Instituto de Enseñanza, se encuentra actualmente el Parlamento Vasco / Legebiltzarra.

(5) Milla Witte, se dedicó también a escribir poemas. Tiene dedicada una calle en la ciudad alemana de Hannover con el nombre de Minna von Mädler.

(6) El farmacéutico Pedro Vicente Zabala (1817-1882), tuvo su botika en la actual calle Mateo Moraza, frente a la entrada al Ayuntamiento.

(7) El antiguo camino de Ezkuidiotza, por donde accedieron los astrónomos al observatorio de Santa Lucia, hoy es una calle de Vitoria-Gasteiz que lleva el nombre de “Los Astrónomos”, como recuerdo a lo acaecido el 18 de julio de 1860.

Científicos que observaron el eclipse en Álava

Tomados los datos de diversas publicaciones de la época, hemos elaborado la lista de todas las expediciones que observaron el eclipse de 1860 en Álava, aunque es posible que nos falte alguna. En la lista figuran: el país de procedencia, el nombre de los astrónomos y el lugar donde situaron sus observatorios.

Rusia

Del Observatorio central, situado en Pulkova, cerca de San Petersburgo, M. Otto Struve, director interino, Dr. Winnecke, primer astrónomo, F.A. Oom, agregado y pensionado por Portugal, observaron en POBES (Alto de Urbaneta y Alto de Santa Marina a 3 km. de Pobes).

Estonia

Johann Heinrich Mädler, director del Observalorio de Dorpat en la cuidad de Tartu, su esposa, el Barón de Rennenkapff, astrónomo aficionado y Martín Saar, en VITORIA-GASTEIZ (Santa Lucia).

Dinamarca

Los Sres. D’Arrest, director del Observatorio Real de Copenhague, y Weyer, profesor de Astronomía en la Universidad de Kiel, en VITORIA-GASTEIZ (Santa Lucia)

Alemania

Los Sres. G. Schulz y C. Chuttz, de Hannover, en VITORIA-GASTEIZ (Santa Lucia).

Inglaterra

El Sr. George Bidell Airy, astrónomo real y dlrector del Observatorio de Greenwich, acompañado de su hijo y otros familiares, además de los científicos M. Struve, M. Oom y M. Winnecke, en HEREÑA (en un cerro próximo al pueblo)

Los Sres. Warren de la Rue, Edward Beck, Robert Bekley, George Downes, J. Reynolds y Joseph Bonomi y otros en RIVABELLOSA.

Los Sres. Rev. J. Perowne, Rev. H. Goodwin, Rev. O. Vignoles, John George Perry

y William Poli, en la aldea de EHARI / ALI.

Los Sres. Capitán Jacob, profesor Grant y Doctor M’Taggart, en PEÑACERRADA / URIZAHARRA (Sierra de Toloño).

Los Sres. Rev. Charles Pritchard, Russel Scott, Van Fasel y Arthur Wright, en ANDA.

El Sr. Francis Galton (1822-1911),-primo segundo de Robert Darwin-, Atwood y Charles Gray en LAGUARDIA.

Francia

Los Sres. Hermann Goldschmidt y M. Bianchi, óptico, en VITORIA-GASTEIZ (Santa Lucia).

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Murray y Stranglein en LAUDIO / LLODIO (Monte Arrana)

 
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