Del caserío a la plaza: así han (re)conquistado las mujeres su lugar en los Herri Kirolak
La presencia femenina se ha multiplicado en los últimos años en el deporte rural hasta ser mayoría en las nuevas licencias federativas
Del caserío a la plaza: así han (re)conquistado las mujeres su lugar en los Herri Kirolak
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Bilbao
La plaza Bihotz Alai de Algorta fue escenario el pasado fin de semana del Campeonato de Bizkaia de Pentatlón por Parejas, un torneo que agrupa cinco de las 18 modalidades que conforman en la actualidad los Herri Kirolak. La primera: harrijasotze. Veinte alzadas con una bola de piedra de 55 kilos. La segunda: giza proba. Dos tandas de arrastre con un bloque de piedra de 250 kilos atado a la cintura. La tercera: aizkora. Cortar dos troncos de haya de 45 pulgadas de diámetro. La cuarta: txingas. Tres tandas dobles con dos pesas de 25 kilos cada una. Y la última: carrera. 20 vueltas a la plaza.
Hasta hace poco, este tipo de competiciones únicamente eran protagonizadas por hombres. Pero esta vez las campeonas son Ainhize Pérez y Uxue Anxorregi, que logran imponerse a Lucía Orbe y Julia Martínez tras remontar en su especialidad, la aizkolaritza. ¿Qué pasos se han dado en los últimos años en el camino del deporte rural hacia la igualdad? ¿Cómo han conseguido las mujeres ir conquistando espacios que hasta hace nada les estaban vedados?
Lucía y Julia llegaron por casualidad
Acompañamos a estas cuatro mujeres en su recorrido deportivo. Cada una tiene su particular historia. Lucía Orbe es una bilbaína que jamás imaginó que llegaría a convertirse en la primera mujer española en alzar una piedra de cien kilos. En 2019, cuando practicaba crossfit en el club Hiruka de Algorta, le ofrecieron probar. "El dueño del box y otros compañeros forman parte del Getxo Herri Kirol Taldea. Vieron que me gustaba la halterofilia, todo el tema de fuerza, me propusieron probar el harrijasotze y alguna otra disciplina. Me gustó mucho y enseguida me ofrecieron participar en un pentatlón porque faltaba una chica", nos cuenta.
Su pareja en esta última competición es Julia Martínez, una segoviana que también aterrizó en el deporte rural por casualidad. Tras años compitiendo en crossfit y, sobre todo, en halterofilia -es campeona de España en categoría máster-, dio con un entrenador que simultaneaba las dos disciplinas: halterofilia y levantamiento de piedra. Ahora, cada vez que quiere entrenar tiene que desplazarse a una de su domicilio, hasta la provincia de Ávila. "Yo he tenido que ir encargando mis piedras, y aquí no hay escuela. Todo el material que utilizo para entrenar me ha supuesto una inversión muy fuerte", afirma.
Ellas llegan a ser mayoría
En los últimos años, la presencia de mujeres en este tipo de deportes se ha multiplicado. Lo certifican, por ejemplo, en la herri eskola de Aia (Gipuzkoa). Dedicada al deporte escolar, siete de los veinte alumnos que tiene Joseba Ostolaza son chicas. "Aquí entrenan entre una hora y una hora y media dos veces a la semana. Además, hacen cardio, pesas o crossfit, todas entrenan en el gimnasio", nos cuenta.
Cuando esas chicas crecen, no obstante, necesitan de una estructura de clubes en los que seguir practicando el deporte. Hasta hace un puñado de años solo la sokatira contaba con este tipo de infraestructura. Era una excepción, pues se trata de un deporte colectivo, que necesita de equipos, y que tiene un calendario de competición internacional que incluye europeos y mundiales.
Simbiosis con el crossfit
Es una carencia que desde la Federación de Bizkaia de deporte rural detectaron hace un tiempo. Para combatirla crearon la fundación Sustabiz, que busca impulsar la práctica de los deportes tradicionales vascos. En Gernika, por ejemplo, aprovecharon las instalaciones de crossfit para ofrecer a la ciudadanía entrenar en levantamiento de piedra o aizkolaritza. En apenas unos meses, confiesa su director, Joseba Etxebarria, los frutos han llegado: se han hecho nueve fichas federativas nuevas; de ellas, siete son mujeres.
Este proceso está devolviendo a las mujeres lo que un día les fue arrebatado. Y es que los deportes rurales surgen del trabajo en los caseríos, de las labores del campo. "Los herri kirolak tienen mucho que ver con la situación geográfica y la forma de cultivo de la tierra. Siempre han estado ligados a los trabajos que se hacían en el caserío y han tenido una gran importancia. De ahí viene la recogida de las mazorcas, las txingas, el yunque o el arrastre de piedra con los bueyes", relata Andrés Urrutia, director de Euskaltzaindia.
La vida en los caseríos
Y en todas esas labores sí había mujeres. Al igual que los hombres. Todos, todas trabajaban en casa. Si buscamos el origen de los herri kirolak, tenemos que aludir al papel fundamental que tuvo la geografía vasca. Su orografía, rica en desniveles, hizo que tradicionalmente todos los trabajos requirieran de un esfuerzo extra. Y del trabajo en común, lo que en euskara se conoce como auzolan. Presente en muchas sociedades europeas medievales, es una forma colectiva de trabajo en beneficio público o de una comunidad. Los vecinos se reunían y repartían entre ellos las labores para abrir caminos vecinales, construir los caseríos y bordas con piedra, talar árboles, fabricar carbón o segar la hierba.
Así, poco a poco y sin darse cuenta, había personas que se convertían en especialistas del trabajo diario, cosa que les permitía después competir en varias disciplinas. Y era en esos ambientes donde solían surgir apuestas y desafíos de demostración de la fuerza. Jugaban para ver quién era capaz de cortar un tronco en menos tiempo o quién arrastraba más rápido una piedra hasta el lugar donde había que colocarla. Estos desafíos se llevaban a cabo en la plaza, donde los espectadores apostaban por sus deportistas favoritos y estos se batían con sus oponentes por el triunfo, y también por el prestigio.
El significado de la plaza
Aquí la plaza es un elemento fundamental, parte intrínseca de este deporte. Significa confluencia, convivencia, una plaza que es algo más que el lugar en torno al cual los herri kirolak se convierten en un deporte. Es el lugar al que las mujeres del ámbito rural o las que trabajaban la tierra en el caserío bajaban a vender sus productos, pero no a competir, porque estaba mal visto. Ahora, en esas mismas plazas empiezan a aparecer cada vez con más presencia otras mujeres, son las que exhiben sus capacidades en lo que para ellas es un deporte y para otras era un modo de vida.
Y así fue como ellas quedaron al margen durante siglos. Hasta hace un puñado de años. En 2005, por primera vez las mujeres participaron en cuatro modalidades del Campeonato de Euskadi. Tres años más tarde se organizó el primer torneo de levantamiento de piedra, con solo dos mujeres, María José Sardón y Miren Urkiola. Según los datos oficiales de la Federación de Deporte Rural, la primera apuesta entre mujeres tuvo lugar en 2015.