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Recorremos la ciudad de los muertos, el cementerio de Santa Isabel

La historiadora Marta Estramiana nos desvela algunos de los mitos, leyendas y secretos del cementerio más antiguo de Vitoria

Visitamos la ciudad de los muertos, el cementerio de Santa Isabel

Visitamos la ciudad de los muertos, el cementerio de Santa Isabel

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Vitoria-Gasteiz

El cementerio de Santa Isabel, del siglo XIX es el más antiguo de nuestra ciudad y cuenta con 57.000 metros cuadrados, gracias a sus diferentes ampliaciones, con un enfoque romántico, salpicado por una gran cantidad de monumentos. La historiadora, Marta Estramiana, que ha sido la encargada de guiarnos en este camino, en un día tan especial como el de todos los santos, lo define como "algo más que un cementerio, ya que también es un archivo histórico, un jardín con mensaje y un museo al aire libre de escultura, arquitectura, vidrieras e iconografía".

La ciudad de los muertos de Santa Isabel, en los inicios de su construcción, era el encargado de acoger a quienes perdían la vida más allá de su calidad económica, pero como en la ciudad de los vivos, a medida que fue creciendo "se empezaron a hacer barrios, con su zona más antigua, adinerada, burguesa o proletaria", nos explicaba Estramiana. En un trazado con calles verticales y horizontales delimitando manzanas, donde encontramos mausoleos y sepulturas junto a tumbas corrientes.

El proyecto comenzó en 1805, y debido a la epidemia de tifus, que azotó Vitoria, se aceleró su para que fuese una realidad en 1808. Desde entonces, varias reformas y remodelaciones, entre 1822 y 1956 para conformar la imagen actual de un cementerio muy especial. Esa calidad y ese carácter llevó por ejemplo en 1877 al Ayuntamiento de Madrid a pedir datos sobre Santa Isabel con motivo de la construcción en la capital del estado de dos grandes camposantos.

Santa Isabel es un camposanto peculiar, de gran riqueza también si hablamos de botánica, ya que cuenta con "cipreses imponentes, árboles bicentenarios, como los cedros del Líbano, un olmo alpino, pinos azules y diferentes tipos, que hacen del cementerio un parque maravilloso", ha indicado Marta Estramiana. La historiadora también ha denunciado como "Santa Isabel sigue teniendo un grave problema con el vandalismo que lo ha sufrido en el pasado y lo sigue sufriendo en la actualidad, en lo que es un atentado contra el patrimonio histórico-artístico, al forzar algunas de las capillas, robos de cadenas y verjas del siglo XIX, romper vidrieras y monumentos".

Ciudadanos ilustres

Entre los vitorianos ilustres que descansan en el cementerio están el General Álava, el profesor y diputado Mateo Moraza, el explorador Manuel Iradier, el pintor Fernando de Amárica o el alcalde republicano Teodoro González de Zárate. Entre todos ellos Marta Estramiana ha querido destacar la tumba de Joaquina López de Madariaga, escritora y poeta, y "una mujer ilustrada de principios del siglo XIX, cunado las mujeres teníamos restringido el acceso a la educación, pero fue su padre quien se encargo de que sus hijas tuvieran una educación como la suya, para que demostrasen su valía y demostrar que con formación podían ser igual o más talentosa que los hombres".

Otra de las tumbas más representativa es la que alberga el cuerpo del general de la aviación Ignacio Hidalgo de Cisneros, que "fue uno de los personajes más importantes de la época, ya que fue amigo de Rafael Alberti, y conoció al dictador italiano Benito Mussolini. Además de formar parte del equipo que construyó el primer avión junto al también alavés Heraclio Fournier", nos ha explicado Estramiana.

También el muro de Santa Isabel fue protagonista de otro triste capítulo de la historia: decenas de personas fueron fusiladas durante la Guerra Civil por las tropas franquistas. La fosa número 18 guardaba precisamente la mayoría de los fusilados en el Franquismo, aunque estos restos ya fueron trasladados en su mayoría al osario de El Salvador.

La leyenda del ángel de Santa Isabel

Dicen por ahí que existe una estatua funeraria, concretamente un ángel, en el cementerio de Santa Isabel, que si pasa por allí, y es señalado por el brazo que ha girado misteriosamente desde su posición original, su dedo índice apuntándole, tiene sus horas contadas. Una muerte trágica le espera en breve.

Ángel que corona la capilla-panteón de Julián Zulueta y Amondo, marqués de Álava, emprendedor, traficante de esclavos y político. De hecho este fue "el único que se se le permitió construir en un cruce de calles, y como decimos coronado por un ángel que señala el cielo con el brazo derecho levantado y en el otro tiene la trompeta que está amagando llevársela a los labios para avisar de que llegan desastres", nos cuenta Estramiana.

Justo enfrente encontramos "la capilla de los Atauri, que cuenta con un ángel del juicio final, que tiene levantado el brazo izquierdo y en el otro porta un libro, por lo que de lejos, y si los árboles se agitan puede dar la sensación que levanta un brazo y luego el otro, pero nada de echar una maldición o señalar a nadie marcándole sus últimos días de vida", nos indicaba la historiadora Marta Estramiana para desmitificar la leyenda del ángel de Santa Isabel.

 
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