"Nos gustaría que los faros fueran visitables, porque conocer la historia nos hace más cultos"

San Sebastián

El 7 de agosto se celebra el Día Internacional de los Faros, con el objetivo de reconocer y divulgar su importancia en la señalización marítima. Y es que, estas construcciones tan singulares, ubicadas en lugares espectaculares, son esa guía para que marineros y pescadores encuentren la entrada a los puertos.

Ahora con la utilización del radar, del GPS y de otras herramientas tecnológicas ya no son tan imprescindibles, pero siguen haciendo su función y además tienen un componente de lugar con nostalgia.

Si tiramos de historia hay que recordar que el faro más antiguo del mundo se construyó en la ciudad de Alejandría (Egipto) hace unos 2.400 años, con una altura de 134 metros. Es una de las Siete Maravillas del Mundo. Y en territorio nacional, destaca la Torre de Hércules, en A Coruña. Considerado el faro romano más antiguo. Ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Pero no hace falta que nos vayamos tan lejos para disfrutar de los faros. En Gipuzkoa tenemos cinco: el de Zumaia, el de San Antón en Getaria, el Faro de Igeldo, el de la Plata y el Faro de Higuer, en Hondarribia, y dos balizas de señalización; la de la Isla Santa Clara en Donosti y Senokozuloa en la bocana de entrada al puerto de Pasaia. "Están todos muy bien conservados", comenta José Antonio Villafranca, secretario de la Asociación Cultural Amigos de los Faros de Euskadi.

Evolución de los faros y desaparición de los fareros

Los faros y su funcionamiento han ido cambiando con el paso del tiempo y el avance tecnológico. "A día de hoy están todos automatizados y la profesión de farero se va extinguir. Cuando se jubile el último farero, ya no habrá más. Los atenderán entidades que estén contratadas para llevar el funcionamiento de los sistemas de iluminación y de los edificios. Pero para mi se pierde un gran valor", se lamenta Villafranca.

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La asociación se creó con el claro objetivo de poner en valor los faros, todos ellos, aunque con especial mirada a los que tenemos en casa. En Gipuzkoa el único que hasta la fecha han podido visitar ha sido el faro de Higuer, en Hondarribia, y es difícil que puedan acceder a los demás porque necesitan el permiso de la autoridad portuaria. Lo seguirán intentando.

José Antonio Villafranca recuerda que un faro "no sólo se compone de la luz, un faro tiene su estructura, tiene su historia, ha vivido gente y ha habido muchas cosas alrededor", por todo eso pide que se puedan abrir sus puertas a la ciudadanía. "Como asociación nos gustaría que se pudiesen visitar, que se pudieran hacer pequeños museos o zonas de información. Porque una cosa que está cerrada se deteriora mucho, y le da vida al lugar y al entorno. Quieras que no, dar a conocer la historia nos hace más cultos". Esto es algo que ya se ha hecho en otros lugares del estado como en Galicia o en Almería, por ejemplo.

Por último, si tienen intención de viajar este verano a algún punto de costa, le hemos pedido una recomendación de faros a visitar. "De todos los que hemos visto, yo iría a Mesa Roldán, en Almería. Es el faro habitado más alto que hay en la Península. También iría a Matxitxako, a Higuer sin duda alguna. Y el Monte Igeldo, también, yendo por la carretera de la costa hay un punto que se ve el faro, la torre y el mar Cantábrico al fondo. Es una foto preciosa", señala.

Hablando de fotos, la Asociación Cultural de Amigos de los Faros de Euskadi tiene en marcha un concurso fotográfico con el hashtag #farodeverano2023 en que se puede participar hasta principios de septiembre. Toda la información está en el blog de la asociación.