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El Real Unión renace de sus cenizas

Iñaki Goikoetxea obra el milagro y logra la salvación del equipo irundarra en la Primera RFEF al ganar en la última jornada a La Nucía (2-0) en un Stadium Gal abarrotado con casi 4.000 espectadores, y después de no perder un partido en las últimas seis jornadas.

Goikoetxea: "Nos ha costado, pero sufriendo nos hemos salvado"

Goikoetxea: "Nos ha costado, pero sufriendo nos hemos salvado"

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Irún

Se recordará durante mucho tiempo este final de temporada del Real Unión. Es inevitable. Se recordará el desenlace. Especialmente el último partido. Pero también todo lo que ha pasado. Y se recordará un nombre propio, el de Iñaki Goikoetxea, aquel delantero que tanto dio a la entidad irundarra cuando formó parte de la histórica plantilla que eliminó al Real Madrid en el Santiago Bernabéu en la Copa del Rey y que luego ascendió a Segunda división. Ahora ha obrado un milagro que tardará en olvidarse. Y ha hecho que el Real Unión renazca de sus cenizas. Un milagro que ha culminado a lo grande, con una victoria redentora (2-0) contra La Nucía en un Stadium Gal abarrotado con casi 4.000 espectadores que le permitía salvarse en la última jornada y quedarse en la Primera Federación. Sí, fue lo más parecido a que renaciera de sus cenizas.

Esta historia termina contra La Nucía, pero empieza mucho más atrás. Empieza con una decisión difícil de comprender, la destitución de Aitor Zulaika como entrenador del Real Unión. Sigue con la designación de David Movilla como su sustituto, y continúa con un vestuario cansado de su manera de trabajar que se revela y fuerza su destitución. Era el segundo cambio en el banquillo unionista esta temporada. Y entonces apareció Iñaki Goikoetxea. Y en medio de todo eso, el Real Unión se iba muriendo, metiéndose cada vez más en el fango del descenso, llegando a tocar fondo al ocupar el farolillo rojo. Hasta que la salvación pasó a ser no menos que un milagro. Un milagro que ha obrado Goiko gracias a una impresionante racha de seis partidos seguidos sin perder, cuatro victorias y dos empates, el mejor equipo en el último mes y medio de toda la categoría. Un milagro, vamos. Nadie creía. Nadie salvó él, Iñaki Goikoetxea. Le dijo a Emery que lo sacaría y cómo lo sacaría adelante. Ha cumplido su palabra.

Pero no crean que ha hecho nada extraordinario. El resultado, sí, claro. Pero a la manera nos referimos. Goiko ha dado naturalidad a su trabajo como entrenador, le ha restado palabrería y artificio, ha hecho cosas normales, ha introducido un discurso convincente, directo, optimista y positivo: Pero sobre todo ha entregado el protagonismo a quien de verdad lo tiene que tener, los jugadores. Ganan ellos los partidos, no los entrenadores. Les ha dado libertad, les ha permitido ser ellos mismos. Ha dejado de estar encorsetados. Y el resultado le ha dado la razón. No era tan difícil. Y para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Pero seguro que de este viaje también se aprende. Sobre todo porque quien debe aprender tiene ese capacidad, y sobre todo es un trabajador innato.

Y entonces se llega al final de esta historia. Cuando llegó Goiko al banquillo, cargo que aceptó siendo hasta entonces analista del primer equipo, se dijo claramente que, tal y como estaba el asunto, se firmaba llegar a la última jornada dependiendo de sí mismo para salvarse, aunque estuviera en descenso. Y así se ha llegado. Por tanto, no se podía fallar. Y no se ha fallado. Era un todo o nada. La afición de Irún lo ha entendido llenando Gal de ilusión, y convirtiendo la previa en esperanza. Y lo ha entendido el equipo, a pesar de no hacer una buena primera parte.

Reaccionó el Real Unión tras el descanso. Y Gio Gagua marcó el primer gol, el que encarrilaba la victoria, y por tanto la salvación. Se sufrió después, tuvo que aparecer San Txusta para evitar el desastre, y en el descuento Fede Andrade cerró la historia con el definitivo 2-0, y por tanto el sufrimiento. Y así renació de sus cenizas. Salvación, alivió, alegría e invasión de campo, como en las grandes gestas de este club. Ésta pasa a formar parte de ellas. Pero debe servir para cambiar, como si fuera un punto de inflexión, que son demasiadas veces pegando en el palo del descenso y salvándose sobre la bocina. No vaya a ser que alguna vez no despierte a tiempo.

Roberto Ramajo

Roberto Ramajo

Entro en el grupo en 2002 como redactor de prácticas. En 2005 se incorporó a la redacción en Gipuzkoa...

 
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