Orbelín Pineda: el niño pastor que quiso ser futbolista
El nuevo fichaje del Celta creció en un pueblo de apenas 200 habitantes
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Orbelín Pineda celebrando un gol / YOUTUBE
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Vigo
Cuando uno ve jugar a Orbelín Pineda en el verde, se encuentra a un futbolista intenso, generoso en el esfuerzo, eléctrico y que juega siempre a un ritmo alto. Un jugador que se vacía en el campo. Dotado de gran técnica, el nuevo fichaje del Celta siempre aporta esa dosis de trabajo que le ha hecho crecer como futbolista. Y es que Orbelín Pineda, desde su estatus de estrella de la Liga Mexicana y de la Tri, lanza un mensaje a los jóvenes: “lo importante no es llegar, es esforzarse al máximo para seguir creciendo, seguir mejorando”. Y ahí es donde se nota lo mucho que le costó llegar y como el sueño de aquel niño de campo, de aquel niño que pastoreaba de madrugada, se pudo convertir, con esfuerzo y dedicación, en realidad.
El propio Orbelín Pineda ironiza con que su pueblo no salía ni en los atlas ni en los mapas. El nuevo fichaje del Celta es natural de San Fernando (El Timbre). Una localidad de 178 habitantes situada en el municipio de Coyuca de Catalán en el Estado de Guerrero. Está a 372 metros de altitud y cuenta con apenas 50 casas, de las cuales 20 tienen suelo de tierra y 4 son de una sola habitación. Solo 22 tienen saneamiento y ninguna está conectada al saneamiento. Un pueblo con dificultades para tener cobertura y que apenas tiene acceso a internet. Según los datos del propio Gobierno de México, de la población de El Timbre mayor de 15 años hay 30 que no tienen escolaridad y 70 la tienen incompleta. Hay 25 con escolaridad básica y 19 cuentan con una educación más completa.
Y en esos extensos prados y pastos de San Fernando, allí se crió un niño que soñaba con ser futbolista. Sus padres tenían una humilde granja y ahí aprendió Orbelín, desde muy niño, lo que era disciplina, organización y, sobre todo, la humildad. Era el penúltimo de cinco hermanos y todos tenían que arrimar el hombro para salir adelante. Las tareas de la granja eran cosa de todos. Ayudar a sus padres era lo primero porque su futuro dependía de ello; lo primero era el ganado y los alimentos de la granja familiar. Lo segundo era aplicarse en la escuela para aprender y poder labrarse un futuro lejos de El Timbre. El resto del tiempo, lo poco que le quedaba, lo podía utilizar para su otro sueño: poder ser futbolista. El niño Orbelín quería también tener una oportunidad en el fútbol como la había tenido modestamente su padre o su hermano Onai.
Al niño Orbelín le tocaba madrugar mucho porque, antes de ir a la escuela, tenía que ordeñar las vacas y llevarlas a pastar. De ahí que, como él mismo cuenta, se tuviese que levantar a las 05:30 horas para ayudar en la granja. Después tocaba ir a la escuela a las 07:30 horas. Cuando Orbelín regresaba de la escuela, tenía que comer rápido para seguir ayudando: darle de comer a los cerdos, caballos y vacas o sacar a pastar a las cabras. Una vez acabadas las tareas de la granja y las de la escuela, podía dedicarse a jugar al fútbol en esos pastos en los que tanto tiempo pasaba. Ahí se fraguó el futbolista que hoy es y que llegará al Celta.
Sostiene Orbelín Pineda que con esfuerzo y con ganas todo se puede conseguir y se pueden cumplir tus sueños. Su sueño de ser futbolista comenzó a conseguirse, como pasan estas cosas, por una casualidad. Su hermano Onai jugaba en Querétaro y le consiguió que le hiciesen una prueba en las categorías inferiores. Prueba que superó rápidamente y ya pasó con 17 años al primer equipo de los Gallos Blancos de Querétaro y a la Selección de México Sub-17. Ahí comenzó la carrera como futbolista del Maguito. Del niño potrero que pudo dejar la granja familiar al futbolista que apuntaba alto.
Pese a sus traspasos de 6 millones a Chivas o de 12 a Cruz Azul, pese a ser una estrella contrastada de la Liga MX y de la Tri, Orbelín sigue siendo el mismo. Sigue recordando más a aquel niño que pastoreaba en El Timbre. Y es que como él mismo dice “no olvido jamás mis raíces”. De hecho, las vacaciones las suele pasar en San Fernando, en donde hay vecinos que comparten salón para ver los partidos de la Tri o de Cruz Azul. Muchos de ellos no tienen televisión y se mantiene la tradición de las reuniones para ver triunfar a Orbelín Pineda. Y en el Timbre es donde suele desconectar el nuevo fichaje del Celta. Se quiso llevar a sus padres a la ciudad pero se encontró un rotundo no como respuesta. Él mismo reconoce que los entiende porque “son de pueblo y no les gustaba cambiar de aires. Yo les apoyo con la casa y con los animales”.
Ahora Orbelín Pineda quiere servir de ejemplo para los niños de su pueblo y de otras localidades similares del estado de Guerrero. Como él mismo afirma “no solamente hay que pelear por los sueños para que se cumplan, hay que seguir peleando para que no se apaguen”. Pineda no se olvida nunca de sus raíces y ahora seguirá peleando por su sueño; lo hará un poco más lejos de esos pastos y de esos animales con los que paseaba casi de madrugada por El Timbre. Orbelín Pineda es el niño que pastoreaba en San Fernando. Orbelín es el 10 de la Tri que quiere triunfar en Europa y en la Liga.