Un bosque ciudadano en vías de extinción por la incapacidad para el diálogo
Los vecinos de Barajas no comprenden las intenciones del Ayuntamiento por desmantelar un bosque que se había creado gracias a la inciativa ciudadana
¿Qué pasará con el bosque de Barajas?
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Madrid
'Mire, yo me dedico a los aviones, pero esto de cuidar el entorno, las plantas, los árboles ha sido siempre mi debilidad ¡me ecanta!' Así se expresa Luis Calzada, un vecino del Barrio de Timón (Barajas) que hace once años inició una plantación en una zona verde del distrito : 'quitamos todos los escombros que había en la tierra, trozos de hormigón, sacamos ladrillos, restos de obra y limpiamos bien toda la zona. Plantamos árboles, y ahora los conejos, que hay por decenas, se están comiendo los troncos'. La razón es bien fácil de explicar, a mediados de noviembre en este espacio de cerca de dos hectáreas y media que los antiguos del lugar conocen como 'de la mala gana', el Ayuntamiento arrancó las protecciones, al parecer porque eran peligrosas para los animales domésticos que pasean por la zona. Los vecinos las habían colocado alrededor de los plantones para que no fueran objeto de los roedores.
En 2010, empezaron su particular cruzada en esta zona. Aportaron su esfuerzo para colocar más de 1.500 árboles, los ciudaban voluntarios del barrio que se relevaban para podar y regar, y en muchos casos los distintos consistorios donaron los plantones. Los alumnos de los colegios del alrededor también fueron allí a unir su granito de arena, miembros de la Fundación Manantial, de asociaciones de familiares para las personas con problemas de salud mental, pasaban algunas horas los jueves por la mañana. Hicieron compostaje e incluso nidos para los pájaros.
Todas estas actividades, e ilusiones se vinieron abajo el jueves 25 de noviembre. Diez jardineros del Ayuntamiento de Madrid, acompañados de agentes de policía se presentaron en el lugar, arrancaron las protecciones metálicas - más fuertes contra los conejos que las de plástico - quitaron las etiquetas identificativas a cada árbol, y los comederos para los pájaros. Luis dice : 'Hemos perdido tres o cuatro años en el desarrollo del bosque, los roedores están destruyéndolo todo, estamos desolados, y la culpa no es de los conejos.'
Estos vecinos comprenden que su actividad era ilegal o en todo caso alegal. Si bien, las autoridades hicieron la vista gorda en algunas ocasiones, y en otras ayudaron con la donación de las plantas. Por ese motivo, no entienden el uso de la fuerza para ello, 'podríamos haber llegado a un acuerdo' añaden.
Myriam Soto
Redactora de Radio Madrid