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En defensa de los buenos gestores

Mientras la actual dirección del HUBU recibe el ataque de políticos que lo utilizan como excusa para sus guerras internas, los datos avalan la labor de este equipo directivo y sus homólogos del Santos Reyes en la mejora de la atención hospitalaria de la Ribera del Duero

Hospital Universitario de Burgos / Cadena SER

Hospital Universitario de Burgos

Aranda de Duero

Nos jugamos tanto en la cuestión sanitaria en este momento, que a riesgo de resultar pesada, no puedo por menos de volver a alzar la voz para pedir, rogar, suplicar, y en la medida que está en mis manos, exigir encarecidamente a quien tenga la tentación de hacerlo, que no haga política partidista con este tema.

Porque eso es lo que nos parece que ha intentado este fin de semana el Partido Popular de Burgos, al utilizar algunas aguas revueltas que bajan en el HUBU para minar el maltrecho pacto PP- Ciudadanos en el Gobierno de Castilla y León. Con una mal disimulada falsa indignación este fin de semana el líder provincial del PP de Burgos exigía a la Junta el cambio en la dirección del hospital de referencia provincial calificando de errática su gestión.

Evidentemente no tenemos todos los elementos de juicio como para evaluar de manera exhasutiva la labor que han hecho José María Romo, gerente del HUBU y su equipo de dirección, del que ha participado hasta hace unas semanas el ribereño Antonio de las Heras, en los dos años en los que llevan al frente del hospital. Un tiempo claramente insuficiente como para abordar en su totalidad la ambiciosa tarea que es encomendó la consejería. Sin embargo, desde la zona sur de la provincia, el balance es claramente positivo.

Este equipo de dirección es el que se ha dado cuenta de que los pacientes ribereños no eramos de segunda ni de tercera y que el HUBU es nuestro hospital de refencia como lo es de quien vive en la burgalesa y céntrica Avenida del Cid. Son los que han puesto freno a la política de portazo en las narices que los ribereños, procedentes del hospital de los Santos Reyes, recibíamos de manera recurrente cuando llamábamos a las puertas del HUBU. Son los que han empezado a revertir el veto que sufríamos los ribereños, solo por vivir en la zona sur de la provincia, para ser diagnosticados con las técnicas de primer nivel del HUBU, siendo derivados sistemáricamente a las contratas privadas. Quienes critican la externalización de las pruebas diagnósticas deberían tener en cuenta no solo el interés por aliviar listas de espera, sino también que así se trata con equidad a todos los pacientes de la provincia, desde Fuentenebro hasta Villarcayo.

En defensa de los buenos gestores

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Esta dirección del HUBU es la que ha comenzado a regularizar, con las dificultades que el tiempo de pandemia ha conllevado, una organización jerárquica que hacía muchos años estaba enquistada y obsoleta. Las jefaturas de servicio del hospital llevaban lustros sin renovarse, pese a que debían someterse a evaluación cada cuatro años. Trabajo pendiente que dejó la anterior dirección y que los actuales gestores han comenzado a llevar a cabo, arriesgándose por ello a recibir un aluvión de críticas de quienes no quieren dejar la poltrona, revistiendo su argumentario de dignidad de doncella mancillada, cuando en muchos casos es un secreto a voces la resistencia a abandonar privilegios que se esconde tras esta oposición. Por cierto, para más abundamiento en la importancia que el actual equipo directivo da a la igualdad de trato de todos los pacientes de la provincia, merece la pena recordar que en esta renovación de jefaturas, el actual euipo de dirección del HUBU ha tenido especialmente en cuanta en los procesos de selección las propuestas de los candidatos para establecer colaboración con los hospitales comarcales.

En este momento, aún compartiendo con el resto de la de la provincia burgalesa las carencias y deficiencias que arrastra el HUBU, y entre las cuales las largas lisas de espera son las más importantes, la población riberña está en uno de los mejores momentos desde hace décadas, en su atención sanitaria especializada y hospitalaria. Por la colaboración que se ha establecido entre el hospital de referencia y el hospital comarcal, pero, también es de justicia reseñarlo, por el trabajo de su actual dirección, con Evaristo Arzalluz al frente, ahora como gerente, y anteriormente como director médico. En este momento no llegan a unos ocho los especialistas que faltan en un hospital que contaba las vacantes por decenas; los indicadores de asistencia sanitaria, recién actualizados la pasada semana, muestran que el hospital de los Santos Reyes está entre los que mejores estadísticas presenta en cuanto a listas de espera y el que tiene una mayor actividad asistencial entre los de su mismo nivel: el que más pruebas diagnosticas realiza, más operaciones quirúrgicas en su conjunto, y más urgencias atiende. Y todo ello además de haber conseguido una fluida relación con las plataformas y colectivos sociales que se ocupan de la sanidad, de llevar a cabo una intensa y eficaz labor de concienciación ciudadana, de haber afrontado con medidas eficaces la atención sanitaria contra la pandemia.

Y el futuro, con este equipo en la dirección, es esperanzador, teniendo en cuenta el empeño del gerente del hospital comarcal por cuidar al detalle el proyecto de nuevo hospital, en el que ha implicado a todos los servicios y profesionales de la plantilla.

Esto demuestra que quienes dirigen intituciones como las sanitarias no son meros gestores: es cuando se implican y hasta se confunden con la sociedad a la que dan servicio cuando su misión se hace más cálida, y de paso, más eficaz. En esta casa somos testigos de cómo la población ribereña admite del gerente del hospital comarcal hasta las regañinas, por la complicidad que se ha establecido en este dificil tiempo de pandemia. Y esa confianza mútua es tan importante para el buen funcionamiento de estas instituciones sanitarias como tener buenos recursos y una buena organización. Por eso es tan triste que por evidentes motivos partidistas se ponga en riesgo este delicado equilibrio. No parece que quienes han conseguido estos logros, merezcan la destitución o el reproche y menos aún ser utilizados en luchas políticas, partidistas o sindicales, sino que deberían todo lo contrario: el respaldo de quienes les encomendaron una misión difícil.

Y si realmente el PP quisiera solucionar lo que tanta preocupación dice causarle, habría utilizado una estrategia sútil, discreta y eficaz ante asuntos tan delicados y complejos. Pero optar por poner el altavoz a discrepancias basadas en argumentos más que cuestionables, desvela que la intención no es ni arreglar ni ayudar, sino que se adivina una muy mal disimulada intención de dinamitar el pacto de gobierno regional, sin importarles que la zona cero de la detonación sea el Hospital Burgalés, uno de los baluartes de nuestra sanidad y que mayor protección debería tener por parte de todos.

 
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