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Reporteros del pasado de Cádiz

Virginia León y Salva Santos relatan su trabajo para contar desde sus medios los hallazgos arqueológicos

Entrevista a Salva Santos y Virginia León

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14:57

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Cádiz

Antonia Rueda, la periodista de Cadena Bahía de Fenicia, la ficción sonora de Radio Cádiz, tiene ante así una de las noticias más apasionantes de su carrera. Fuera de la ficción, en Cádiz también hay periodistas apasionados por su trabajo. Son profesionales que se han especializado en informaciones en torno a la arqueología. Por el seguimiento a sus crónicas, reportajes y programas saben que el pasado de Cádiz interesa. Y mucho. Virginia León cuenta los hallazgos que aparecen en la provincia gaditana en Diario de Cádiz. Y Salva Santos da luz a la oscuridad del pasado en su programa de Onda Cádiz, Zona Historia.

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Pregunta. ¿Cuándo os empezasteis a interesar por la arqueología?

Virginia León. Yo empecé por un hallazgo que fue muy especial. Para mí y para Cádiz. Que fue la excavación del Teatro Cómico, donde apareció Gadir. Ahí empecé a coquetear con el tema de la arqueología y, desde entonces, he sentido mucha pasión, emoción y satisfacción. Fue una excavación que fue una oportunidad única para Cádiz, un solar en extensión donde apareció lo más grande, y donde se pudo atestiguar la fundación del Cádiz fenicio. Esa fue mi primera aproximación.

Salva Santos. Lo mío fue de pequeño. Un golpe dado (se ríe). Yo me aburría, y aunque suene un poco extraño, abría las enciclopedias para ver cosas de Historia. Era la forma que teníamos de hacerlo los niños de los ochenta. La cosa fue avanzando en el tiempo y lo mío era estudiar Historia. Pero es que yo ya en el instituto tenía un amigo, cuyo padre era arqueólogo. Así que cuando no íbamos al instituto, por cosas de la vida que nos escaqueábamos, nos acercábamos a las excavaciones. Yo he tenido cosas en las manos con 16 o 17 años que me ponían los vellos de punta. Por ejemplo, en la excavación del edificio de la Junta de Andalucía en la plaza de Asdrúbal. Yo estaba allí y me quedaba impresionado. Yo sabía que quería aquello. Intenté arqueología, pero los caminos me llevaron a contarlo, a difundir lo que los profesionales de la arqueología o de la Historia, que antes eran muy cerrados, nos abrieran las puertas y pudiéramos ver lo que hacían.

P. Es un trabajo apasionante y que también apasiona mucho a la gente. ¿Los hallazgos arqueológicos tienen mucho impacto en el público?

V.L. Yo llevo un par de años trabajando en la edición digital de Diario de Cádiz, estudiamos el comportamiento del lector y, cada vez que hay un tema de hallazgos, es que es un repunte bestial. Uno de los últimos ha sido lo encontrado en el Tómbolo de Trafalgar. Además, es que se lleva durante un tiempo en el top ten de los temas más leídos. Y el año pasado el tema del puerto de Gadir, aparecido en la calle San Juan, fue una de las cosas más leídas del grupo Joly del año.

P. Y, además, son asuntos que generan mucha controversia y debate.

S.S. Claro. Hay que comprender que en dos o tres páginas no se puede desarrollar todo lo que hay que explicar sobre una investigación que es profunda, científica… En mi caso yo recuerdo la que se formó con el especial que le dedicamos al sarcófago fenicio, en un especial en el Museo de Cádiz, y Antonio Álvarez dijo aquello de que en el sarcófago femenino había un hombre. No le di importancia y, al día siguiente, me avisó mi compañero Manuel Sánchez que era portada de Diario de Cádiz. Tuvo mucha trascendencia. Incluso llegó a nivel nacional un hecho que, en realidad, no era nuevo, pero sí sorprendente. Lo que es importante, y le gusta a la gente, es añadir piezas al puzle.

P. Por eso es tan importante vuestra labor. ¿Os imagináis cubrir la aparición del tercer sarcófago fenicio?

V.L. Bueno, eso sería mi sueño.

S.S. A mí se me están poniendo los vellos de punta.

V.L. Es que a mí el tema de la arqueología no solo es que me apasione. Es que me conmueve. Me hace maripositas cuando escribo del tema. Así que si apareciera el sarcófago, imagínate la que podemos liar. Se lio en el año ochenta cuando apareció el segundo, pues imagínate ahora que es cierto, y está comprobado, que a la gente le gusta la Historia.

S.S. Yo creo que habría que utilizar el estadio para visitar el tercer sarcófago. Y no lo digo en broma porque esto es como un virus, positivo pero un virus. De hecho, Virginia está enferma. Hay gente que no le da importancia a estas cosas. Pero a otros todo esto nos hace imaginar, pensar quién se sentó en ese banco de esa casa de Gadir, quién encendió el fuego… Cuando tu mente empieza a desarrollar aquello, que quizá no sea la realidad, y empiezas a jugar a eso, se te despiertan unos sentimientos maravillosos e incontrolables. Esto sucede cada vez que entramos en el Museo de la plaza Mina. Hemos ido cuatro millones de veces y todas las veces es diferente. Y, si apareciera el tercer sarcófago, yo no duermo. Abandono a mi familia unas cuantas horas y allí estaré de guardia.

P. En 1980 tenemos la constatación, por ejemplo, a través de las fotos de Kiki, de la locura que aquello fue. De lo que sucedió en 1887, cuando apareció el primero, sabemos menos. No había radio ni televisión. Pero, ¿la prensa de entonces cómo abordó ese hallazgo?

S.S. Sí se constató. Ten en cuenta que por aquel entonces el nivel educativo impedía que la arqueología llegara a todos, se reducía a unos señores de clase alta. El pueblo llano estaba más preocupado por el hambre, que, entonces, la cosa estaba muy mal. Llamó la atención a este germen de la arqueología, que se estaba dando en España. Sí fue un bombazo en Europa. Salió en prensa y esa alta sociedad se acercó a verlo. Bueno, es que fue tal el bum que el Museo de Cádiz se creó en torno a esta pieza. Era el primero, se le puso una sala egipcia, preciosa, aunque no tenía mucho sentido. Ahora las redes sociales y los medios hacen que estas noticias lleguen a todos. Entonces solo se enteraron quienes tenían dinero para comprar un periódico.

P. De todos los hallazgos que habéis cubierto, ¿cuál ha sido el más especial?

V.L. Precisamente, el que contaba antes, el del Cómico, el de Gadir. Lo viví intensamente de principio a fin, desde 2006, incluso con el intento de tapar del anterior equipo de gobierno en el Ayuntamiento, se filtró a los medios, luego lo desmintieron, el conflicto de los fondos Feder y el Teatro del Títere… En fin, seguí la evolución muy de cerca y tengo que confesar que cuando asistí a la inauguración es que lloré. Y yo no soy de lágrima fácil. Tampoco quiero dejar atrás pequeños hallazgos que han ido saliendo todos estos años en el Teatro Romano. Lo que pasa es que el Teatro Romano es el puro ejemplo del pulso con la burocracia y lo lento que va todo. Pero lo importante es que sigue, que está habiendo inversiones y dando alguna satisfacción.

S.S. Yo no he llegado a llorar, y eso que yo sí soy de lágrima fácil, pero de vello de punta en muchos sitios. Lo de Gadir fue importante para todos, porque, además, en la carrera teníamos la pelea de donde estaba. Unos decían que Doña Blanca, que también es Gadir, Chiclana, pero en Cádiz teníamos una ciudad con muralla pero sin restos de Gadir. Así que cuando apareció en el Cómico fue como “pum, te lo dije”. Aquello fue maravilloso. Pero donde a mí se me puso la piel de gallina fue en la casa almohade de la calle Barrocal, que se desmontó. Estar dentro de esa casa, con su suelo, sus ventanas, es que estaba casi para entrar a vivir… Me produjo una sensación muy especial. Lo acababan de destapar y, de pronto, estábamos ahí en un sitio de hace más de mil años. Era una cosa muy sorprendente. Tenía ese encanto que se mete por los poros.

P. Además del tercer sarcófago, ¿qué hallazgo os gustaría cubrir en los próximos meses?

V.L. Pues, quizá, descubrir más del Teatro Romano. De las estructuras, de su fisonomía. Sabemos que es complicado. Avanzar ahí es importante.

S.S. El templo de Melkart. Ahora hubo esta noticia de la Universidad de Córdoba de que lo ubica posiblemente en San Fernando. Y del Teatro Romano estaría muy bien encontrar la lápida fundacional. La lápida donde dice quién lo inauguró y en qué año. Sabemos que era de Balbo, pero apareció hace poco que Marco Agripa pudo tener que ver. Las placas fundacionales dan mucha información. Yo he vivido 36 años encima y, para mí, es uno de los sitios más importantes del mundo.

P. Antonia Rueda llegó a meterse debajo de un coche para conseguir información. ¿Qué es lo más loco que habéis hecho para intentar saber algo de un yacimiento?

V.L. Colarme en un solar. Es verdad que se ha perdido un poco la naturalidad del contacto entre periodista y arqueólogo, porque se mete mucho la administración.

S.S. Hay miedo, sí.

V.L. Hay miedo y quieren darlo todo mascado para que se dé la información bien. Pero cuando empecé podíamos ir a los sitios y recabar información. Y eso se ha perdido.

S.S. Pues… a ver, que se pueda contar (se ríe) Hemos llegado a hacer cosas que se han grabado y nos han mandado quitar de la tele. Nos hemos metido en algún sitio prohibido porque nos gusta la aventura. Nuestro interés era acercar al gaditano lo que estaba pasando y, alguna vez, pues hemos pasado el límite de la legalidad. Pero, a veces, hay que hacerlo. Con cuidado, eso sí. Y eso ocurrió en las cuevas de María Moco, que estuvimos grabando, pero es cierto que es un sitio peligroso, porque es una zona donde existen gases. Es que se veía el gas. Hemos pasado muchas noches sin dormir y hemos hecho muchas cosas que no se pueden contar.

Pedro Espinosa

Pedro Espinosa

En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...

 
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