Serenos en el camino a Santiago y sellando compostelas
Así es el servicio de "Atención al peregrino" prestado por la Guardia Civil
Javier Rovira y Óscar Santoalla son dos jóvenes agentes de la Guardia Civil del puesto de Monterroso (Lugo), que este mes de julio patrullan por el Camino de Santiago, en el tramo francés a su paso por la provincia de Lugo.
Son dos de los tres guardias que trabajan en el servicio de “Atención al Peregrino” del instituto armado, todos ellos con destino en el cuartel monterrosino.
A los tres agentes se han sumado otros de distintas policías de la Unión Europea; tres franceses, dos portugueses, dos alemanes y dos carabinieri italianos.
“Está siendo una experiencia muy gratificante con ellos. Hemos tenido la suerte de que los agentes que han venido de fuera es gente maravillosa”, presume Javier Rovira.
Óscar Santoalla tercia y ha concretado que “ellos viven en hoteles, no vienen al cuartel, los recogemos a primera hora de la mañana y ya hacen el servicio con nosotros”.
Una furgoneta y dos coches de apoyo son las herramientas con la que trabajan los agentes encargados de velar por la seguridad del camino, en el tramo francés, a su paso por Lugo.
Un despliegue que permite que, “por la mañana arranquemos en Portomarín, ubiquemos el puesto a mitad de la etapa y acabemos en Palas de Rei”, y de ahí a Monterroso con el servicio ya rematado y redondeando ese eslogan de “buen camino” por el de también “buen servicio”.
“Estamos para cualquier cosa”, ataja Rovira, “como recoger denuncias o cualquier tipo de atención que les haga falta” a los cientos de peregrinos que acuden a ellos.
Óscar Santoalla relata que “lo más habitual”, que les plantean los peregrinos, “es información sobre albergues, sobre donde alojarse y dónde comer”. “A veces también nos preguntan por sí hay oficinas de turismo por la zona”, añade.
Llevan casi un mes, con el servicio operativo desde el uno de julio previamente estuvieron un mes a prueba. Desde ese día, lo que más se llega a denunciar son “extravíos de documentación”.
“Estás tomando algo en un bar, dejas la mochila y cuando van a buscarla falta dinero o documentación. Esto era lo más habitual en años pasados, porque en lo que llevamos de mes de julio no se ha dado ningún caso, solo dos extravíos de documentación”, concede Santoalla.
Un mes este de julio en que parece que se va recuperando la normalidad en los distintos itinerarios jacobeos, con avalanchas de peregrinos que han llevado a que muchos hayan tenido que dormir, incluso, al “raso y al aire libre” o en algún caso han tenido que recurrir a hoteles de la zona porque los albergues, dada la pandemia, aún no se encuentran al cien por cien de sus aforos.
“En los últimos días se ha notado mucha presencia de peregrinos, hay tramos del camino que no hay cinco metros en que no haya gente a pie o en bicicleta”, ilustra Óscar.
Habitualmente, señalan estos agentes, se cumplen los “protocolos anticovid”. “Hay relajación sobre todo cuando van caminando, como está legislado cada grupo hace una burbuja. En teoría es una burbuja pero tampoco sabemos sí todos los que van caminando juntos son del mismo grupo o no”, subrayaba Rovira.
La “relajación” que también se advierte “cuando concluyen las etapas, se van a un bar o a una terraza pero como hace el resto de la ciudadanía que siempre te relajas un poco”, suelta Santoalla.
No obstante, los agentes de este servicio no han tenido que recurrir a sanciones para corregir el comportamiento de los peregrinos ante la Covid, esto también les lleva a concluir que el camino es “seguro”.
Eso sí en el día a día se encuentran con situaciones de todo tipo, como el caso “de una peregrina a la que se le enganchó un trozo de tela en el freno y tuvimos que cargar la bicicleta en el furgón y llevarla a un taller de reparación para que la mujer pudiera continuar”, revelaba Rovira quien subraya que en su mayoría los peregrinos hacen las etapas a pie o en bicicleta. Este año se ven menos a caballo.
Pero lo más sorprendente, con humor se lo toman, es que no es la primera vez que los peregrinos acuden a esta oficina móvil para pedir que se les selle la compostela, esa credencial que acredita por donde has pasado para luego en Compostela oficializarla en el Obispado. La última vez fue en el concello de Portomarín.
El agente Javier Rovira pormenoriza como ellos como Guardia Civil cuentan con un sello benemérito para cursar denuncias u otro tipo de diligencias.
“Tenemos el sello de la Guardia Civil para certificar las denuncias, entonces el otro martes de la semana pasada vino un peregrino para ver sí le hacíamos el favor de sellar la credencial. Se la sellamos y empezaron a venir uno, dos, tres más y al final de la tarde fueron 150”, suelta entre risas Santoalla, a quien le recuerda Rovira que hasta uno llegó con veinte credenciales para que se las sellasen allí.
Al final tuvieron que desistir, tuvieron que pedir “serenamente” a los peregrinos que ese no era su cometido en la Plaza de Portomarín poblada de visitantes y que recurrían a los agentes para timbrar ese final de etapa y principio también de la que, al día siguiente, comunica Portomarín con Palas de Rei.
Los agentes de “Atención al Peregrino” de la Guardia Civil, emulando la cartilla del instituto armado aguardan “serenos” al pie de esa oficina móvil, donde también llegan a ofrecer agua o incluso comida para el peregrino agotado que recurre a ellos.
Ahora además, se ven acompañados de agentes de otros países que hacen de traductores antes sus paisanos, y sí tienen que denunciar, ya dejan claro Javier Rovira y Óscar Santoalla que eso se hace ante la Guardia Civil.
Concluye julio y estos dos agentes, de los tres que componen el servicio en Lugo, están listos para dar el relevo para el mes de agosto, en este caso sería otro guardia de Monterroso y dos del cuartel de Palas de Rei.
La mayoría de peregrinos proceden de España, “se mueve mucho andaluz”, y ya de la Unión Europea los países que más visitantes aportan son Francia y Alemania.
Una jornada que se extiende durante todo el día y que agradece el caminante que no solo reconforta por el grado de seguridad que ofrece sino por otras alternativas y servicios que desinteresadamente se dan desde esa oficina móvil de la Guardia Civil que se llena de kilómetros estos días, y que ha nacido con afán de continuidad. Consideran que podría extenderse el servicio al año que viene, año Santo todavía.