Una asociación de Lavapiés se concentra mañana tras verse obligada a dejar de repartir cenas a 200 personas
El Ayuntamiento de la ciudad envió un acta el día 10 de junio por la que, alegando medidas higiénicas y sanitarias insuficientes, prohíbe el reparto de comida cocinada y solo permite la entrega de bocadillos
Madrid
Ensaladilla, pavo con tomate, hummus, son algunos de los ingredientes que sirven en bocadillos a más de 200 vecinos de Lavapiés. La asociación Plaza Solidaria se encarga de ofrecer cenas a personas del barrio en una situación crítica. Se manifiestan mañana a las 20h en la plaza de Tirso de Molina tras una decisión del Ayuntamiento que les impide repartir comida cocinada, pudiendo tan solo ofrecer bocadillos o sándwiches.
De repartir lentejas, arroz o pasta, ahora Plaza Solidaria se ve obligada a ayudar a los vecinos de Lavapiés con bocatas, una solución mucho más cara y, nutricionalmente hablando, menos sana. Desde 2012, más de 100 voluntarios se organizaban para llevar tuppers con diferentes platos a la plaza de Tirso de Molina, donde quien se viera en una situación precaria podía recoger, a su gusto, una de estas fiambreras. Ahora mismo sobreviven gracias a los comercios locales que se prestan a donarles comida y a las donaciones individuales de voluntarios y demás vecinos. Tras la pandemia, pulularon por diferentes centros desde donde establecer el reparto de cenas, manteniéndose desde los últimos meses en Calle del Olmo 20.
No obstante, el centro no ha estado exento de polémica. El Ayuntamiento de Madrid envió una primera inspección sanitaria hace dos meses, consiguiendo que todos los voluntarios que participan aportando comida se sacaran el carnet de alimentos. Además, hicieron pequeñas modificaciones en las instalaciones para brindar una higiene óptima, como el cambio a un material predeterminado en las superficies donde cocinan, arreglos de dispensadores de jabón, etc.
Desde el Ayuntamiento argumentan que esta metodología es insostenible para garantizar la salubridad de la comida que sirven, pues no se puede controlar la calidad de la comida que cada voluntario cocina en su casa. Además, el consistorio ha recibido quejas de residentes de la zona molestos por el ruido o la falta de mascarillas en las colas. Flor y Mar, dos de las coordinadoras de Plaza Solidaria, aseguran que la causa trasciende más allá y que el descontento de algunos vecinos nace por otras cuestiones, como que "hay muchos vecinos a quienes les molesta el pobre en casa" o que "no les gustaba ver una cola de gente pobre en la calle".