'Muerto el burro, la paja al rabo', por Pepe Belmonte
Escucha el 'micromentario' del catedrático de Literatura de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia
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Pepe Belmonte, catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia / Cadena SER
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Murcia
El pasado miércoles, con motivo del Día de la Región –todavía queda algún nostálgico que echa de menos lo de “Murcia, qué hermosa eres”–, la Asamblea Regional otorgó sus tradicionales medallas de oro a destacadas personas y entidades de nuestro entorno.
Micromentario / Pepe Belmonte (14-06-21)
02:16
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Entre ellas, las concedidas a José Molina, el que fuera presidente del Consejo de Transparencia, y a José María Falgas, conocidísimo y muy respetado pintor murciano. Ambas medallas, eso sí, a título póstumo.
José Molina, al que tanto se le quería aquí en Murcia por su inteligencia, su honradez y su carácter templado y dialogante, había muerto en febrero pasado a la edad de 80 años.
Por su parte, José María Falgas, uno de los mejores retratistas españoles del siglo XX, falleció un mes antes, en enero, cuando estaba a punto de cumplir los 92 años, y, como se pueden imaginar, ya lo había hecho todo en la vida como artista: había expuesto en las mejores salas españolas y europeas, y había retratado, in situ, a personajes como el actual rey de España, con el que tuvo que estar conviviendo durante unos días para cogerle el aire y plasmar un cuadro original que es una auténtica joya.
Si nos atenemos a los méritos de ambos, del uno y del otro, y a la avanzada edad de la que presumían, nonagenario el uno, octogenario el otro, la verdad es que no sé a qué esperaban los responsables de la Asamblea Regional para concederles, aún en vida, cuando ellos podían disfrutarlo, la susodicha medalla, que ahora, siendo póstuma, pierde todo su encanto y una buena parte de su valor, haciendo patente la dejadez, el poco conocimiento y la escasa sensibilidad de quienes nos gobiernan, y, también, de quienes les asesoran, que ese es otro cantar.
Mi madre, la Maruja la Matea, que era como esos filósofos de pueblo de los que habla Azorín en sus libros, cuando sucedía algo por el estilo, con su retranca huertana, lo dejaba muy claro: muerto el burro, la paja al rabo.
Pepe Belmonte