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La Archidiócesis de Sevilla despide a monseñor Asenjo Pelegrina

La Catedral acoge este sábado al mediodía la misa de acción de gracias por sus 12 años de pontificado

Juan José Asenjo Pelegrina, a la izquierda de la imagen, junto a quien le sucederá en el cargo, monseñor José Ángel Saiz Meneses / @Archisevilla1

Juan José Asenjo Pelegrina, a la izquierda de la imagen, junto a quien le sucederá en el cargo, monseñor José Ángel Saiz Meneses

Sevilla

El episcopado de monseñor Asenjo Pelegrina en Sevilla toca a su fin. Doce años y tres meses después de su toma de posesión como Arzobispo coadjutor, la Santa Sede formalizó el relevo en Sevilla de este castellano de Sigüenza al designar a monseñor José Ángel Saiz Meneses como su sucesor.

Cuarenta y cuatro prelados acompañaron a don Juan José en su llegada a la diócesis de San Isidoro, San Leandro y el beato Spínola, entre otros destacados miembros del episcopologio que le precedieron al frente de una comunidad cristiana cifrada en torno a los dos millones de personas. El templo metropolitano registró el 17 de enero de 2009 un lleno que hoy, como consecuencia de la pandemia, se antoja extraño, lejano, improbable. Aquella mañana, monseñor Asenjo se presentaba ante su nueva comunidad como “un padre y hermano siempre dispuesto a acogerles, escucharles y alentarles en su fidelidad y su tarea evangelizadora y santificadora”. En su mensaje a los sevillanos, el Arzobispo puso especial énfasis en la llamada a la santidad, y avanzó el remedio a la crisis de valores que evidencia nuestra sociedad: “El mundo –afirmó- no curará sus heridas ni aliviará el sufrimiento de tantos hermanos nuestros con las fórmulas de los sociólogos o de los técnicos, sino desde la revolución silenciosa de la santidad y del amor”.

De esa jornada queda también el recuerdo amargo de una polémica mediática incomprensible, -se llegó a decir que era un ignorante de la piedad popular y que ni conocía ni quería a Andalucía- que, como él mismo ha reiterado, “me condicionó y hasta cierto punto me hirió”. Salvado aquel lamentable episodio, monseñor Asenjo se ha ido ganando día a día el corazón de una ciudad que ha terminado concediéndole el título de Hijo Adoptivo. No en vano, pocas personas como él han sabido entender a una ciudadanía no precisamente fácil. Y lo ha hecho sin dejar de ser como es, sin amoldar ni su carácter ni su naturaleza con las fórmulas que recetamos en Sevilla a los recién llegados.

“Yo he llegado hasta donde he podido”

Como recordó en una reciente entrevista, es consciente de que se va sin poder acometer algunas reformas o iniciativas. “Yo he llegado hasta donde he podido”, ha apuntado antes de asegurar que estos años ha trabajado “a lomo caliente, con entusiasmo y dedicación” y que quizás le habrían hecho falta dos o tres años más para cerrar algunos asuntos.

No es posible analizar sus últimos meses al frente de la Archidiócesis sin atender a la incidencia de dos factores sin duda relevantes. Por un lado, la pandemia, y la forma en que los estados de alarma han trastocado las celebraciones litúrgicas, pastorales y programaciones religiosas. En este punto hay que destacar la capacidad de adaptación del clero, los religiosos, las hermandades, movimientos laicales, etc, a unas circunstancias absolutamente imprevisibles. Como monseñor Asenjo ha afirmado en varias ocasiones, un minúsculo virus ha perturbado absolutamente nuestro orden, demostrando lo frágiles que podemos llegar a ser. Pero la COVID no ha paralizado la vida de la Iglesia. Al contrario, ha reforzado los argumentos que convierten a la Iglesia en una realidad necesaria y consustancial a esta Sevilla del siglo XXI. Cuando se haga un análisis pausado de estos meses de crisis sanitaria, las iniciativas eclesiales para acompañar a las personas que más han sufrido sus efectos ocuparán varias páginas.

Por otra parte, su estado de salud ha condicionado la agenda de estos últimos meses. Sobre todo desde que diera la cara una grave afección en la vista durante la misa funeral por las víctimas del coronavirus que él mismo presidió en la Catedral. Desde entonces, no ha escondido los inconvenientes que se derivan de una limitación sin duda relevante.

El nuevo Arzobispo llega una diócesis que goza de buen estado de salud, con un importante patrimonio, una economía saneada que busca soluciones al envite pandémico, y un clero acorde a las necesidades pastorales de la Iglesia en Sevilla. Sin ir más lejos, tres semanas antes de su toma de posesión la Catedral acogió la ceremonia de ordenación de cinco nuevos sacerdotes.

Entramado religioso

Don Juan José le entrega también una comunidad ahormada en torno a un entramado religioso y laical que convierten a Sevilla en una de las diócesis referenciales del panorama eclesial español. Una diócesis, además, que está respondiendo adecuadamente a los retos que esta pandemia está planteando en todos los órdenes, también en el religioso.

Desde que monseñor Asenjo presentara el pasado 15 de octubre la renuncia al Papa al cumplir los 75 años que marca el Derecho Canónico, los resúmenes que se han escrito de su paso por Sevilla han coincidido en destacar los mismos logros tras más de doce años de servicio. El Seminario, la formación del clero, la pastoral familiar con la creación de la red de centros de orientación familiar, el cuidado de un patrimonio cultural ingente, el fomento de la pastoral juvenil, el impulso a los colegios diocesanos, la labor de Cáritas o la creación de la Facultad de Teología, son realidades visibles, fortalezas de una diócesis que se muestra viva y preparada para salir al paso de lo que la sociedad demanda con un impulso misionero y evangelizador expresado en las Orientaciones Pastorales Diocesanas. Pero eso no es todo.

En el apartado sacramental, resulta llamativa la cifra de confirmaciones –sobre todo de adultos- que se deriva de la reordenación de la Iniciación Cristiana. En lo referente al ámbito cofrade, monseñor Asenjo no se ha cansado de ponderar el ‘humus cristiano’ que se percibe en Sevilla gracias a la acción de las hermandades, aspecto este que no se puede pasar por alto a la hora de trazar una panorámica tanto de la sociedad como de la Iglesia en este enclave del sur de España.

Por otro lado, las cifras lacerantes del desempleo han motivado un replanteamiento de la iniciativa eclesial en el ámbito de la pastoral obrera. Fruto de ello es la implantación de la Acción Conjunta contra el Paro, en la que se han aunado diversas sinergias de identidad católica con el doble objetivo de situar esta problemática en el centro de las preocupaciones de las comunidades parroquiales, y propiciar alternativas reales a un desempleo desorbitado.

El 12 de junio se cierra un período intenso en la historia de la Iglesia en Sevilla. Doce años en los que monseñor Asenjo ha gobernado con un estilo propio. El de un creyente recto, honesto y trabajador, que contó durante varios años con la colaboración estrecha de monseñor Gómez Sierra, en calidad de Obispo auxiliar, y que entrega a su sucesor una comunidad viva y atenta a los retos que comporta formar parte de esta Sevilla del siglo XXI.

 
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