Chiringuitos cordobeses

Córdoba

Pepe Espaliú, junto con el Equipo 57, son las dos grandes referencias artísticas internacionales que surgen de Córdoba. Ambas realidades son lo más importante que hemos dado en el siglo XX, somos contemporaneidad gracias a ellos. Menos mal. Autores que están en la historia oficial del siglo XX, en los mejores museos, en los libros.

En Córdoba es histórica la falta de interés y apoyo por sus creadores ‘nativos’ que no locales -para mí ningún creador es ´local´-. Una ciudad con cinco escuelas de creación: danza, música, teatro, junto a dos de arte y diseño. Por ello, duele tanto que, en mitad de la mayor crisis cultural de las últimas décadas debido a la pandemia que ha afectado a la clausura de conciertos, obras de teatro y exposiciones, en los centros de arte contemporáneo se programe cualquier cosa. Ni debe haber una exposición visigoda en el C3A ni debe haber una muestra documental a Julio Anguita en el Centro de Arte Pepe Espaliú. No por cuestiones de contenido, ni de valía de ambos eventos, sino por coherencia profesional con los espacios y respeto al sector contemporáneo.

En esta ciudad, los políticos han decidido dejarnos sin espacios, huérfanos, con la excusa de dar a conocer estas salas popularmente. ¿Qué será lo próximo, cata de salmorejo en Vimcorsa? ¿Así queremos llenar los centros de arte contemporáneo de visitantes? ¿Se imaginan ustedes a los políticos programando el uso de los quirófanos de los hospitales? ¿Decidiendo que en los mercados municipales, cualquier mes, se vendan zapatos en vez de fruta? Pues eso es lo que está pasando en los escasísimos espacios contemporáneos de nuestra ciudad, una tragedia.

La exposición y el homenaje a Julio Anguita, por importancia y coherencia con su persona o filosofía política tendría que estar en la calle, a gran escala, en una muestra digna en el bulevar o en un sitio similar. Estoy segura que él lo preferiría y que, también, le dolería el perjuicio que nos inflige estas decisiones políticas en los centros de arte contemporáneo que tendrían que estar cuidado al sector más frágil: los creadores vivos y activos que serán nuestro patrimonio cultural en el futuro. Unos creadores y creadoras de calidad, contemporáneos, de los que la ciudad tendría que estar presumiendo, no ignorando.