El Sporting se convierte en su peor enemigo

Gijón

De las rentas y de las torpezas de los demás se puede vivir un tiempo, pero no para siempre. Este Sporting, que no es ni la sombra de lo que fue hace unos meses, se ha visto en la peor situación posible en el peor momento posible. En Fuenlabrada volvió a demostrar que ganar un partido, aunque el rival no se juegue nada, es para él ya una misión casi imposible. El empate a cero le deja, por primera vez en toda la temporada, fuera de puestos de playoff y sin depender de sí mismo de cara a la última jornada. Para jugar el playoff no le valdrá con hacer sus deberes ante el Almería; necesitará otro favor de los vecinos lucenses contra el Rayo Vallecano. La historia, cíclica, siempre se repite.

El peor enemigo del Sporting es el propio Sporting. Poco importa lo que hagan los demás si el equipo rojiblanco se desmorona. De los últimos nueve partidos solo ha ganado dos, contra un Lugo que llegaba ruinoso y contra Las Palmas, que no se jugaba nada, después de una primera parte desastrosa. Por desgracia, la caída del Sporting no es fruto de la mala suerte. El equipo llega vacío al momento de la verdad. Con más o menos dificultades, todos los aspirantes al playoff sacaron adelante sus partidos de la penúltima jornada. Todos menos el Sporting.

No vale ampararse en que el partido fue equilibrado, porque esa es la primera anomalía. Entre un equipo que no se jugaba nada y uno que se lo jugaba todo, el equilibrio no es tolerable. Belman, el portero del Fuenlabrada, fue el mejor de su equipo, pero es que Diego Mariño fue la estrella del Sporting, evitando una goleada con paradas espectaculares.

A este Sporting no le faltan ganas, pero sí fútbol, piernas, gol y, en el Fernando Torres, serenidad. Ni siquiera la defensa estuvo reconocible en este partido, con Kante volviendo loca y ganando la espalda permanentemente a la zaga rojiblanca. Entre él y Cristóbal protagonizaron varias ocasiones claras en la primera mitad. El Sporting tuvo alguna, pero insuficientes: un remate de cabeza de Djuka, un disparo de Pedro Díaz y otro de Manu García al que respondió bien el portero. Las buenas noticias que no protagonizaba el Sporting llegaron fugazmente desde Castellón, con un gol de los albinegros que fue anulado inmediatamente.

Cabía la esperanza de que se repitiera la historia del último partido: una reacción tras una primera parte desastrosa. Amagó el equipo con hacerlo en la primera accion de la segunda parte, con un disparo lejano de Aitor que repelió Belman y a cuyo rechace no llegó por poco Djurdjevic.

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Tras una ocasión clarísima de Fouillassier que Mariño, vencido, sacó con los pies, Gallego movió el banquillo por primera y única vez. Retiró, por fin, a un Aitor tan desacertado como siempre y a Javi Fuego y dio entrada a Gaspar y a Campuzano. Este último tuvo un mano a mano clarísimo con Belman, pero el portero tenía su noche y el fichaje invernal del Sporting, obviamente, no tiene su año.

A la desesperada, intentaba el Sporting solventar la papeleta. Probó Saúl García, que casi fuerza el fallo de Belman, y lo intentó de disparo raso Campuzano. Pero tuvo que dar por bueno el empate, que estuvo a punto de escaparse cuando en el minuto 92 Saúl García marcaba en propia meta tras un disparo de Fuentes. Afortunadamente, en el origen de la jugada hubo un fuera de juego que impidió la derrota rojiblanca.

El Sporting volverá a necesitar una carambola para lograr el objetivo. Necesita que el Lugo (que esta vez se juega la permanencia) frene al Rayo. Aunque visto lo visto, lo primero es que el Sporting sea capaz de ganarle al Almería y que no vuelva a ser su principal enemigo. La historia demuestra que, mientras hay vida, hay esperanza.