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El viaje pictórico de Amondarain a través de la escultura en la Sala Kubo de Donostia

Una exposición retrospectiva que no atiende a su faceta más conocida, la de pintor, sino que muestra a un artista interesado por la escultura desde sus inicios

Toner I, 2008. / ©Lopez de Zubiria (Kubo Kutxa)

Toner I, 2008.

San Sebastián

"Agitar las imágenes" es el título de bajo el que se cobijan más de 30 años de trabajo y más de 200 piezas que se exhibirán al público desde este viernes y hasta el próximo 26 de septiembre en los tres espacios de la sala que la Fundación Kutxa tiene en el Kursaal. La entrada es libre de martes a domingo, y todos los sábados hay visitas guiadas en euskera y castellano.

El comisario de la exposición es el historiador y crítico de arte Francisco Javier San Martín, quien ha definido al creador donostiarra, José Ramón Amondarain, nacido en 1964, como "el artista más brillante de una generación ya de por sí brillante" que pasó en los años 80 por la Facultad de Bellas Artes de Bilbao y que recaló después en Arteleku.

Al visitante le puede sorprender que para una retrospectiva se haya prescindido de la vertiente más conocida del autor, aunque San Martín ha advertido de que Amondarain es un artista "viajero" que "parte de la pintura para llegar a la pintura".

"Por el camino va dejando hallazgos, una serie de piezas que no son pintura pero que surgen de la exploración sobre lo pictórico. Reflexiona sobre la pintura en cada una de sus obras", ha señalado el comisario en la presentación de la muestra.

El propio artista ratificaba a continuación que, "salvo excepciones", todo su trabajo surge "desde lo estrictamente pictórico". Sus paletas de pintor o el óleo derramado, con el que crea sus famosos "mochos", se convierten en objetos en sí mismos.

Juega también con el patrimonio artístico moderno y contemporáneo, como hizo hace unos años con el "Guernica" de Picasso, o con los propios creadores a los que admira, como en el caso de los anagramas expuestos en la primera de las salas.

Esos collages que cuelgan de la pared le vienen dados, son frases que surgen al alterar las letras de los nombres de los artistas. De Andy Warhol emerge "law or handy"; de Piet Mondrain, "mido en pintar"; de Antonio Tapies, "tienta pasión"; y de su admirado Pablo Ruiz Picasso, "suplica paz si robo".

Esa es una de sus formas de hacer, de "agitar las imágenes", una expresión con la que Amondarain reivindica su diálogo con la Historia del Arte, ya sea mediante "la apropiación, el desvío, la copia o la parodia".

Pero no todo son "homenajes". "Fuga de Alcatraz" transformado en "Agudeza fractal" es un ejemplo del interés que el autor siente también por el mundo que le rodea más allá de lo puramente pictórico.

Esos otros anagramas se encuentran en el gran espacio central de la sala Kubo, donde se exhibe un conjunto superpoblado de esculturas, que muestra la variedad de conceptos y materiales con los que el artistas ha desarrollado su labor en estas tres décadas.

El poliéster, el bronce, el plomo, el óleo le han servido para dar forma a sus objetos. Amondarain ha asegurado que es "muy curioso", lo que ha llevado a experimentar con gran diversidad de materiales, cada uno de los cuales está vinculado a un momento de su trayectoria.

En esa sala principal, hay piezas de grandes dimensiones, fragmentos experimentales diminutos, esculturas tempranas y piezas realizadas durante el proceso de preparación de una exposición que la pandemia ha retrasado un año.

No hay un orden para seguir la muestra. "La cronología se mantiene en suspensión", ha manifestado el artista, que prefiere que sea el espectador el que dé sentido a lo que observa.

 
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