Política
EL ENFOQUE

Sobre el procesamiento de Alberto Rodríguez

La opinión de Pomares

Francisco Pomares / Cadena SER

Tenerife

La Fiscalía ha pedido seis meses de cárcel para el diputado de Podemos Alberto Rodríguez, por su supuesta agresión a un policía nacional, durante una protesta contra el ministro Wert, que acabó en una algarada en la que el agente fue pateado y terminó con lesiones.

No es esta la primera vez que Alberto Rodríguez es investigado en el Supremo por lo que podríamos definir como un ‘exceso de carácter’. Ya en 2017 el Tribunal abrió un procedimiento contra el diputado tinerfeño por un presunto delito de desórdenes públicos, en relación a otro altercado con policías laguneros a finales de diciembre de 2006. Un caso bastante parecido a éste de ahora. Los hechos tuvieron lugar entonces en la noche de Navidad, tras ser identificado por los agentes de la Policía Local en un control de alcoholemia y drogas. Alberto Rodríguez y otros amigos –según la versión policial- increparon a un grupo de personas y provocaron un altercado. El caso se fue arrastrando durante doce años por distintos tribunales hasta que Rodríguez se convirtió en diputado y entonces llegó al Supremo, donde acabó siendo archivado por prescripción.

Esta primera historia era de partida un asunto bastante menor: las consecuencias de una madrugada festiva y etílica, con algún daño al mobiliario urbano y a un coche aparcado por allí. Ocurrió hace ya quince años, cuando el diputado era poco más que un pibe. Pero el segundo apunta cierta reincidencia en los acontecimientos y las excusas. Rodríguez niega cualquier conflicto con el policía que le acusa de haberle pateado, de la misma manera que negó haber tenido ningún problema con la poli local de La Laguna. Y la misma estrategia defensiva: argüir persecución con afán de perjudicarle por ser él podemita. Alberto Rodríguez suele ser muy ‘friendly’ y majete en sus comparecencias públicas. Un tipo agradable y más suave que una caricia, al menos cuando está delante de un micro de la prensa. En los mítines sube el tono, se asiroca y a veces le he escuchado escupir sapos y culebras. Pero eso lo hacen todos. Creo que hay que ser prudentes en este asunto: una vez puede pasar como un exceso de juventud, dos ser casualidad. Pero mejor que no se meta en más líos violentos con la poli. Dicen que a la tercera va la vencida…

 
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