Fin a la etapa más negra de la Cultural

León

En junio de 2009 la Cultural y Deportiva Leonesa solicitó la declaración voluntaria de un Concurso de Acreedores para garantizar la viabilidad del club que arrastraba unas deudas superiores a los cuatro millones de euros. El proceso concursal que reguló el abogado Emilio Guereñu, que intervino el club durante un tiempo, activaría una quita del 50% de la deuda con buena parte de los acreedores y un tiempo de cumplimiento de cinco años.

Un año después, en diciembre de 2010, el Consejo de Administración presidido por Domingo Cueto reconoció la imposibilidad de cumplir con el convenio aprobado y acordó iniciar las actuaciones necesarias para pedir la liquidación de la sociedad. Solo un mes antes, en noviembre de 2010, cinco consejeros y accionistas de Profutle, entidad poseedora del mayor paquete accionarial, Domingo Cueto, Antonio García de Celis, Dionio Elías, Carlos Emperador y Alfredo Martínez,  habían sido considerados culpables por la quiebra que desembocó en el citado proceso concursal. Fueron inhabilitados por dos años y perdieron sus derechos como acreedores subordinados.

Estos hechos forman parte de la parte más oscura de la Cultural en su etapa moderna y que a punto estuvieron de provocar su desaparición. Doce años más tarde la pesadilla forma oficialmente parte del pasado después de que el Juzgado de lo Mercantil de León haya dado por cumplido el convenio. El fin de la deuda tiene fecha oficial: 27 de abril de 2021. En este tiempo los actuales gestores calculan picos de deuda de 8 millones de euros cuya parte final, alrededor de 1,3 millones, los que se encontró Aspire a su llegada en 2015, ha sido gestionada por la entidad catarí, además de sus cuantiosas aportaciones de otra índole.

A tres días de jugarse la temporada deportiva a una carta, el culturalismo tiene motivos para sonreir. En el último lustro su situación económica ha pasado de la estabilidad a la prosperidad sobre la que cimentar nuevos objetivos. Tiene mucho que ver con Aspire, que llegó en el momento preciso, en el instante en el que la Cultural volvía a asomarse al abismo.