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Alba, el ángel de la guarda de 7 años que salvó la vida de su madre

La madre de la niña lleva un parche que parpadea cuando tiene una bajada de azúcar y una mañana de hace dos semanas estaba aún en la cama cuando el dispositivo comenzó a avisar, pero fue incapaz de responder y perdió el conocimiento

La menor que salvó la vida a su madre dice que tenía que darle “un batido, zumo o agua con azúcar” / Europa Press

Sevilla

Alba Serrano tiene 7 años, vive en la localidad sevillana de Espartinas, va al colegio Maestra Natalia Albanés y es, desde el pasado 5 de abril, el nuevo ángel de la guarda de su madre tras salvarle la vida cuando sufrió un episodio de hipoglucemia mientras estaban solas en casa.

Nuria, su progenitora, padece diabetes desde hace años, razón por la cual tanto Alba como su hermana, de 3 años, están instruidas en cómo atender a su madre cuando sufre uno de estos episodios.

La mujer lleva un parche que parpadea cuando tiene una bajada de azúcar y una mañana de hace dos semanas estaba aún en la cama cuando el dispositivo comenzó a avisar, pero fue incapaz de responder y perdió el conocimiento.

El padre, Álvaro, estaba de misión en Rumanía y tuvo que ser la pequeña Alba la que se ocupara de socorrer a su madre. Primero con un refresco y posteriormente con un sobrecito de azúcar que Nuria siempre guarda en la mesilla al lado de su litera para casos como este.

Sin embargo, Nuria continuaba sin reaccionar, así que Alba, siguiendo los consejos que le había enseñado su padre, cogió el teléfono y trató de desbloquearlo, pero sin suerte porque no fue capaz de que el reconocedor facial del aparato identificara el rostro de su madre.

La pequeña no se amilanó y tuvo el ingenio suficiente para pulsar en el botón de SOS y llamar al teléfono de emergencias.

Con una templanza impropia de una niña de su edad, Alba siguió con calma las instrucciones que la Guardia Civil le iba comunicando para facilitarles las llaves de su casa por una ventana (la vivienda estaba cerrada) y conseguir abrir la puerta para que tanto los agentes, primero, como el servicio médico, después, pudieran asistir a Nuria.

"Cuando hablé con ella le pregunté: ¿Alba, tú sabes que le acabas de salvar la vida a mamá?", y ella me contestó: "¿En serio, papá?", cuenta Álvaro, orgulloso por la hazaña de su pequeña.

El padre cree que la niña "todavía no es consciente de lo que ha hecho", a la vez que reseña que "es muy importante enseñar a los niños desde pequeños cómo actuar en casos así, por ejemplo si un día un padre se queda solo con su hija y se da un golpe en la ducha. Pueden salvar una vida".

En ese sentido, Álvaro recuerda el truco que siempre utiliza con su hija para memorizar el teléfono de emergencias: "Se lo repetimos muchas veces: ¿Alba, a qué número hay que llamar?"; "al 112", responde ella".

La otra protagonista del suceso, Nuria, se emociona al hablar de un caso del que no se enteró: "Yo lo único que recuerdo tras abrir los ojos es estar con tres personas en la ambulancia. Me asusté por mis hijas porque no sabía lo que había pasado. Cuando luego me contaron cómo me había salvado mi hija... [resopla por la emoción] imagínate".

"Al hablar con ella me dice: Mamá, hoy no vamos al cole". Ella está súper orgullosa por lo que está viviendo en el colegio, declara la madre.

Los agentes Cuenca y Adame, guardias civiles de Gines, fueron los primeros en entrar a la vivienda; mientras uno atendía a la madre, el otro se quedó con Ana y mantuvo con ella una curiosa conversación para calmarla y distraerla.

"Yo tengo también una niña pequeña, así que le hablé de los dibujos animados. Se quedó mirándome como diciendo 'este de dibujos también entiende'", relata entre risas.

Ambos se declaran admiradores de su arrojo: "No es nada habitual encontrarse una niña así. Ni siquiera muchos adultos muestran la templanza que demostró ella. Si la niña se pone nerviosa seguramente se hubiera dificultado el trabajo".

Alba asiste hoy al colegio convertida en una campeona, ya que tanto la Guardia Civil como su escuela la han reconocido con sendos diplomas reconociendo su valor.

Ella, en el patio del recreo, con sus dos títulos en las manos y con varias cámaras enfocándola como si fuera una estrella de cine, mantiene la misma compostura para contar su vivencia que la que demostró esa mañana del 5 de abril.

"Tenía que darle a mamá batidos, agua con azúcar, una coca cola. Como no se despertaba llamé por teléfono. También cuidé de mi hermanita", cuenta la pequeña en medio del aplauso general de sus compañeros de clase, para los que ahora, además de amiga, es su heroína.

 
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