Una concatenación de errores

Las Palmas de Gran Canaria

Mañana se cumplirán 5 meses de un momento, que podríamos calificar, como inexplicable.Seguramente lo recordarán. Fue el 17 de noviembre, un día en el que en el muelle de Arguineguín se hacinaban a unas 2.500 personas, llegadas en pateras o cayucos, en menos de 400 metros cuadrados. Una situación límite que terminó explotando cuando alguien, no se sabe quién, ordenó a la Policía Nacional dejar en la calle a 227 migrantes, sin previo aviso y sin prestarles ningún tipo de ayuda. Luego esas personas serían trasladadas a la Plaza de La Feria, en Las Palmas de Gran Canaria, y tras horas de incertidumbre y nerviosismo fueron acogidas en un hotel del sur de la isla.

Ese día, España, en general, y Canarias, en particular, se convirtieron en la vergüenza de Europa. Al menos a muchos se nos caía la cara al ver como trataban a esas 200 personas. Sólo habían desayunado, algunas llevaban semanas sin ducharse y no tenían lugar en el que pasar la noche ni nadie al que pedir ayuda. En esos días los periodistas pedimos explicaciones de qué había pasado, de cómo se había consentido algo así. Y la respuesta siempre era la misa. "Se está investigando".

Ahora hemos conocido en qué ha quedado esa investigación. El Gobierno ha conclucido que cree que ese episodio fue  "una concatenación no deseada de pequeños errores, en un momento especialmente difícil y complicado". Es la respuesta parlamentaria al senador Fernando Clavijo, que había preguntado por el resultado de esa investigación de Interior y que aún, 5 meses después, no se conocía. Según el Ministerio del Interior "se ha llegado a la conclusión de que no se puede individualizar una responsabilidad única en una sola persona o grupo reducido de personas que merezca como reproche una acción disciplinaria o administrativa"

Ése es el resultado, 5 meses después, de una investigación que es la guinda a una gestión, como mínimo, muy reprochable. Desde agosto y y hasta diciembre en Arguineguín se tomaron una serie de malas decisiones, pésimas, una tras otra. Y es cierto que no es sencillo gestionar la llegada de más 22.000 personas en un sólo año y en mitad de una pandemia. Pero, también es cierto que, es más difícil proponorse hacerlo tan mal y que nadie se haga responsable. Reconocer los errores es la única manera de no volver a cometerlos y lamentablemente parece que en Canarias estamos abocados a volver a caer en los mismos fallos.