Es el Estado, amigo
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"Es el Estado, amigos". Firma de opinión de Julio Canto
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Córdoba
La disputa desatada entre Jaén y Córdoba por la base del Ejército, con los jienenses ofendidos, ha tapado un debate mucho más interesante: el del poder de gestación del Estado. Digo gestación conscientemente. Su poder de germinar, de incubar, en definitiva, de crear.
La candidatura de Córdoba generó una unanimidad pocas veces vista entre los diferentes bandos políticos e instituciones de la provincia, ya fueran de izquierda o derecha. Igual fue la unanimidad en el análisis posterior, sobre el impulso que supone el establecimiento de empresas asociadas al Ejército, la investigación y el desarrollo de tecnología, los empleos indirectos, etcétera.
Por supuesto que cuando se supo me alegré por mis paisanos, pero no dejaba de pensar en esos políticos que se autodenominan neoliberales cuando les interesa y que aseguran que el Estado no debe intervenir en nada. Los que dicen que el mercado se regula solo, rezando para que la lluvia de millones de papá Estado cayera en Córdoba. También pensaba en la izquierda del pañuelo palestino y la bandera republicana, esperando que se instale en la ciudad la base logística más grande del Ejército. Un ejército que no sólo contradice claramente los principios antimilitaristas de una gran parte de esa izquierda, sino que tiene entre sus tareas proteger y honrar los símbolos que la izquierda española más mojigata suele despreciar: el himno y la bandera.
Así que, citando a Quevedo, podemos resumir que “poderoso caballero es don dinero”. Ahora que las tensiones vuelven, aunque esta vez el polvorín sea Madrid en lugar de Cataluña, está claro que lo mejor es que el estado saque la billetera para tranquilizarlos a todos.
Bueno, a todos menos a Jaén, porque allí parece que, además de la decisión, ha molestado la actitud de la vicepresidenta Carmen Calvo, que se olvidó de su cargo y se puso el sombrero de ala ancha, olvidándose también de que “la mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo”.