Consumo responsable
La Firma de Javier Blanco
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Palencia
En pleno debate sobre economía y salud, y una realidad cada vez más digital, son muchos los cambios que está generando la Covid-19 en las preferencias, tendencias y expectativas de los consumidores. Y hoy es el Día Internacional del Consumidor.
No hay duda en la influencia que la pandemia y el confinamiento han tenido en la expansión de la compra online por parte de los consumidores. Los datos así lo reflejan. Si antes de la pandemia el 30% de los consumidores españoles utilizaban estos canales para comprar regularmente, ahora lo hace un 46%.
Pero no es oro todo lo que reluce en esta imposición de las tecnologías. Que internet ha llegado para quedarse es incontestable, con o sin pandemia. Sin embargo, esta crisis y sus consecuencias están llevando al distanciamiento social y la perdida salvaje de servicios, sobre todo en el medio rural. El ejemplo más brutal e inhumano lo tenemos en la problemática generada por el sector bancario con el cierre de sus oficinas en el medio rural, en esa España que llamamos vaciada y que afecta directamente a nuestros pueblos.
Este Día Internacional del Consumidor debería servir para hacernos reflexionar sobre si sabemos utilizar las herramientas que se nos presentan en la legislación española actual. Particularmente creo que carecemos de una cultura que nos haga tomar conciencia del poderoso papel que tenemos en la vida social y económica. Disponemos de las armas para luchar contra los variados abusos en un marco cada vez más complejo comercialmente, pero no ejercemos como tales, al menos lo suficiente. Denunciamos poco. Y aquí quiero hacer un inciso porque me llama la atención, positivamente, el dato facilitado por la Unión de Usuarios y Consumidores sobre el aumento exponencial del uso de las hojas de reclamaciones en Palencia. Algo es algo.
El déficit educativo en este campo nos atenaza. Más pronto que tarde todos nos convertimos en consumidores, y sin embargo carecemos de habilidades para defendernos ante los abusos y los fraudes. El sistema educativo sigue fallando por la base: nadie nos enseña a ser consumidores responsables e instruidos, y así podemos llegar a ser derrochadores.
En fin, el consumo forma parte de la propia existencia humana, es evidente. Ahora bien, cuidado porque el problema surge cuando este consumo se convierte en consumismo, es decir, desde el momento que nos empeñamos en acumular productos de modo irracional, y se convierte en una patología, en un apetito insaciable de poseer cada vez... más cosas. Espero que la Covid-19 nos haya enseñado a ser consumidores un poco más responsables.