Quedares

Córdoba

Si no fuera porque la cosa apremia y porque no parece que la clase política que nos ha tocado vivir haya aprendido mucho a la hora de gestionar la pandemia, hubiese tenido su cosa simbólica empezar a vacunar el día de Reyes. Qué mejor regalo que la Salud. Pero cuanto antes mejor. Y en cualquier caso el próximo domingo navideño, probablemente, por el imaginario popular cordobés se pasearán, arcangélicamente del brazo, San Rafael – Medicina de Dios- y San Gabriel, portadores en este caso de dos buenas nuevas.

Y quien sabe si todos los ángeles que estos días pueblan los cuadros de Ginés Liébana en las galerías del Palacio de la Merced, tienen pensado, en tal fecha, escaparse de ellos para agruparse en alguna de las paredes de su Patio Blanco– yo casi apostaría por buscarlos junto al soneto a Córdoba de Juan Bernier- y entonar, entreverados en sus sombras, las notas de algún Aleluya quedo que acompasar a la queda del toque nocturno. Y en estos quedares puede que hasta quede como leyenda que su Cántico – nunca mejor dicho- se filtró por las ventanas hasta llegar a la duermevela de algún vecino de los alrededores.

Como me temo que los ángeles de Liébana son tan suyos como exótico, elegante, zumbón y parlero es su autor - por utilizar las palabras de Luis Antonio de Villena- seguro que no se agrupan vocalmente siguiendo la gradación de los tres niveles celestiales. Su autor los habrá instruido en los secretos del coro de tertulia, al igual que lo hizo para tocar la guitarra o andar en moto. Sea como fuere, lo importante es congratularnos de esa doble buena nueva, de forma que, después de tanta lucha y siguiendo el verso de Ginés, podamos recoger pronto nuestros corazones del suelo. Feliz Navidad.