'La victoria del sentido común', por Pepe Belmonte

Murcia

La victoria del sentido común

Esta semana hemos asistido a la victoria del sentido común. Hemos asistido al triunfo de la cultura sobre la garrulería de un alcalde desnortado y poco inteligente al que, casi con toda seguridad, le faltaron por aprobar muchísimas asignaturas durante la ESO.

El regidor en cuestión, para que no olviden su nombre, se llama José Luis Cascales, es de Ciudadanos, y gobierna en coalición con el Partido Popular en Albudeite, el pueblo en donde nació uno de los más brillantes poetas murcianos actuales, Soren Peñalver, al que imagino perplejo y sorprendido por todo este turbio y desgraciado asunto.

El alcalde y sus aliados en el gobierno pretendían, hasta que la opinión pública se les ha echado literalmente encima, cambiar el nombre de la casa de la Cultura, dedicado al actor Paco Rabal, y a ciertas calles que homenajeaban a ilustres escritores como Rafael Alberti, uno de los más importantes poetas de la Generación del 27, y a nuestro dramaturgo y poeta en lengua dialectal, Vicente Medina.

¿Qué decir de Paco Rabal que ustedes ya no sepan? El aguileño fue, según los más reputados críticos, uno de los actores más originales y grandiosos de la historia del cine europeo, hasta el punto de haber trabajado con directores de la categoría de Luis Buñuel.

Por suerte, esta vez, la reacción de algunos políticos ha sido rápida, fulminante, comenzando por el propio presidente de la Comunidad Autónoma y siguiendo por la alcaldesa de Archena, a quien le pretendían tocar a su escritor más universal, a su Vicente Medina, el cantor de la Huerta y del río Segura.

En Águilas, tanto la alcaldesa como el Partido Popular de aquella localidad tildaban de barbaridad la decisión del primer mandatario de Albudeite y le pedían cordura, que se pensara bien la animalada que estaba a punto de cometer.

Cascales, es decir, el intrépido alcalde de Albudeite que más que un verso suelto es un sujeto de cuidado, tras la avalancha de críticas y recomendaciones recibidas hasta de su propio partido, reconoció su metedura de pata y dio, finalmente, marcha atrás.

El escándalo ha sido tal que hasta la mismísima oposición ha tenido que pasar por alto, esta vez, aquel sabio y maquiavélico consejo de Napoleón con el que nos venía a decir que nunca hay que interrumpir a tu enemigo cuando esté cometiendo un error.