Ni reino, ni na
La opinión de Ángel Santiago Ramos (11/12/2020)
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León
A los movimientos secesionistas suele cargarlos el diablo. De tal manera que a cada uno de sus pasos el tablero se mueve en direcciones que lo rasgan a su vez en pedazos. La presencia de nuevo en la vida pública leonesa de los nostálgicos del viejo Reino de León, algo difícil de sustanciarse política y administrativamente, está obrando el primero de los milagros: resucitar a Tarsicio Carballo y su reivindicación de lograr que El Bierzo vuelva a ser una provincia.
Por falta de seguidores no quedará.
Mas de treinta años de gobiernos regionales en manos del PP y aún desconocen que los cosidos comunitarios no se hacen con remiendos. En este tiempo han vaciado de contenido ejecutivo las nueve delegaciones de gobierno y provocado un centralismo ineficaz, ciego tecnológicamente y con una lentitud y carestía desbordantes.
El gobierno bipartito del PP y Cs todo sigue igual o peor. Vuelven a crecer los gastos en conductores y vehículos para el traslado diario de altos y medianos cargos. Y multiplican por dos el dinero destinado a pagar las nóminas de una plantilla de asesores que consume casi un millón de euros al año. Y siguen manteniendo un millonario contrato de televisión regional en manos amigas, a cambio de un trato informativo exquisito en el plató televisivo y en los medios de los dos empresarios que reciben la dádiva.
Lo peor es que constatada la mala gobernanza, si observamos la calidad de la oposición la esperanza de una urgente renovación política se desvanece. Teniendo tantas razones y argumentos, se enmarañan en un modelo opositor donde predominan los gritos y el insulto. Ambos, munición baldía para su causa y más madera para que aparezcan iluminados, secesionistas, soñadores, embaucadores, provincianismos y mil maneras más de buscarse la vida.
