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Diego Boza: "El discurso del racismo se ha incrementado y normalizado"

El gaditano ha sido elegido coordinador general de la Asociación Proderechos Humanos de Andalucía

Diego Boza, en los estudios de Radio Cádiz / Cadena SER

Diego Boza, en los estudios de Radio Cádiz

Cádiz

Diego Boza (Cádiz, 1978), abogado y profesor de Derecho Penal en la Universidad de Cádiz, ha sido elegido para los próximos tres años coordinador general de la Asociación Proderechos Humanos de Andalucía. Lo asume como un reto complicado, casi utópico, para conseguir que todos los derechos humanos se cumplan en nuestra comunidad. Sobre todo, en medio de una pandemia, que ha trastocado planes, ha agravado situaciones y ha aumentado el rechazo al diferente.

Entrevista a Diego Boza

14:04

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P. ¿Qué supone el reto de este cargo en un momento tan complejo como ahora?

R. La Asociación Proderechos Humanos es una organización que lleva más de 30 años trabajando para los más desfavorecidos, en favor de los más vulnerables, en la reclamación de los derechos humanos para todos y todas. Y, precisamente, en estos momentos vivimos una situación de especial crisis en estos derechos. Prácticamente llevamos una década en esta crisis de una forma u otra, pero con la pandemia estamos viendo como las personas más vulnerables están viendo recortadas con mayor intensidad sus derechos. Estamos viendo la consagración de prácticas vulneratorias de derechos en muchísimos ámbitos. Y todo en el marco de un discurso que criminaliza directamente el fenómeno asociativo, que señala a las asociaciones, desde la falta de comprensión de lo que somos. Y este es el contexto en el que vamos a trabajar estos tres años, que es el período para el que he sido elegido. Vamos a tratar de favorecer el asociacionismo, crear redes, sobre todo para trabajar en la denuncia de las vulneraciones de derechos y en tratar de conseguir que esas vulneraciones se reduzcan lo máximo posible.

P. La asociación acaba de lanzar la campaña 30 días, 30 derechos, que divulga en redes sociales cada jornada uno de los derechos humanos básicos. A usted le ha tocado recordar el de que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. ¿También ese, que es el primero, se está vulnerando?

R. Evidentemente. Es que ese derecho es el primer artículo de la declaración universal de los derechos humanos. En esta campaña que hemos lanzado desde Cádiz lo que se plantea es la lectura diaria de cada uno de esos 30 derechos para poner de relieve cuál es la realidad de esos derechos. Para recordarlos porque los vemos vulnerados diariamente. Y, evidentemente, esa igualdad en dignidad y derechos es algo que está puesto en cuestión directamente por materia de nacionalidad en nuestro espacio, tanto en España como en Europa. También por orientación sexual, género... en nuestra vida diaria.

P. Ha dicho que la pandemia está agravando esta vulneración de derechos que ya existía previamente. ¿En cuáles está afectando más?

R. En primer lugar, tenemos la situación del derecho al trabajo, a tener un salario suficiente para vivir dignamente. La situación actual está provocando una dificultad muy intensa para muchas familias. Esto, en nuestro ámbito, no es nuevo. Lo que se ha producido es una intensificación. Una intensifcación que ciertas políticas trataban de revertir con medidas como el ingreso mínimo vital, pero que no ha sido suficiente ni en cuanto a cantidad, ni en cuanto a ejecución ni en cuanto a fórmula para paliar la situación real. Hay otras cuestiones como el derecho a la educación se ha visto muy dificultado con la pandemia. Las condiciones de la teledocencia que se planteó en un primer momento excluyeron a una gran parte de la población más necesitada. Las condiciones en las que, actualmente, se está prestando este derecho también son dificultosas. También el derecho a la sanidad estamos viendo en Andalucía como se está produciendo un debilitamiento notable de la sanidad pública, una dificultad en el acceso a la atención primaria. No tenemos que olvidar que los sectores más afectados por la pandemia son los sectores más afectados ya de principio. Y también ha agravado la situación de colectivos concretos, como las trabajadoras sexuales, los vendedores ambulantes... Y estamos llegando a situaciones de pobreza extrema.

P. Como abogado atendió las necesidades más directas de los migrantes. ¿En estos meses ha crecido el rechazo contra ellos? ¿Ha aumentado el racismo?

R. Ya no ejerzco como abogado. Ejercí como abogado durante bastantes años en temas de inmigración. Ahora me dedico únicamente a la Universidad. Hay un componente que es el racismo institucional, vinculado a la propia estructura de nuestro sistema, en el que hay un sistema diferenciado de españoles y extranjeros, un trato distinto en cuanto a la raza, que subsiste desde la introducción de las primeras leyes de extranjería y eso se ha intensificado en algunos momentos, además, de no haber cambiado cuando han ido cambiando los gobiernos. Podemos ver cómo determinadas medidas como las detenciones de personas migrantes recién llegadas que se prolongan más allá del mínimo permitido que son 72 horas porque se lleva a los inmigrantes, prácticamente, a firmar papeles en blanco justificando esa extensión. Otra parte es que el racismo subyacente que había en la población que podía estar más o menos oculto se ha desatado a raíz de que ese discurso se ha normalizado y eso sí es problemático. Nosotros hemos pasado de medio millón de personas extranjeras viviendo en España en el año 96 a más de cinco millones en 2020. Hemos crecido diez veces en 24 años. Eso es un crecimiento exponencial que se ha saldado con una situación pacífica. Algunos procesos de integración han tenido dificultades, pero no ha habido grandes enfrentamientos raciales en ningún momento. Ahora bien, en los últimos años se ha producido un incremento del discurso que criminaliza, que ataca a los inmigrantes. Y ese lenguaje político ha justificado la difusión de mensajes en esta línea. Es muy llamativo que cualquier bulo que se difunde y que nos llega por whatsapp tiene en la mayoría de casos como protagonistas a inmigrantes. Son el otro al que atacar para justificar posturas que son tremendamente racistas. Es necesaria una mayor educación y una mayor sensibilización ante la realidad a la que nos enfrentamos.

P. La Asociación Proderechos Humanos de Andalucía afronta con usted al frente una nueva etapa. ¿Qué le gustaría cambiar, mejorar o evolucionar?

R. Participar en una asociación como esta es participar en un camino que no acaba. Sabemos que trabajamos en la utopía. El pleno reconocimiento de los derechos humanos para todos los habitantes del planeta, que es nuestro planteamiento, es un fin que nosotros asumimos que no vamos a ver. Ojalá lo vea alguna generación futura, pero la nuestra no lo va a ver. Si me refiero a cosas concretas, me gustaría ver un incremento de la sensibilidad de la población andaluza sobre la vulneración de derechos o reducir los discursos que atentan contra los pobres. También lo veo muy complejo. Aunque podemos decir que en Andalucía la sensibilización sobre estos temas es alto. La mayor parte de los andaluces tienen una sensibilidad alta hacia los más desfavorecidos, lo que ocurre es que se desarrollan discursos que tratan de justificar esta desigualdad y que ponen foco contra los más vulnerables. Y eso es lo que hay que trabajar, en hacer entender que gran parte de lo que ocurre es fruto de un sistema desigual que pisotea a aquellos que parten de situaciones de mayor vulnerabilidad.

P. Va a tener usted una mayor proyección pública. Ponerse al frente muchas veces trae consecuencias. La asociación llegó a estar imputada por un delito de odio cuando el Ayuntamiento de Cádiz suspendió un ciclo de cine israelí. Cuando ocurren esas cosas, ¿uno se lo piensa antes de dar nuevos pasos?

R. Bueno, en este caso concreto uno sabe que eso no tiene ni pies ni cabeza, por lo que va con cierta tranquilidad. Lo lleva peor la familia. Me acuerdo que mi hijo me preguntó si iba a ir a la cárcel. En ese caso hubo un exceso por parte de la jueza admitiendo a trámite esa querella porque la imputación a una asociación no tenía ni pies ni cabeza porque la responsabilidad a una persona jurídica por los delitos que se estaban juzgando. Pero tuvimos que asumir esa realidad, perder esos días y ganamos el caso. Lo que sí es más preocupante es cómo se está produciendo un fenómeno de señalamiento y de ataque a los defensores de los derechos humanos, en general, y al asociacionismo en particular. Eso sí me preocupa. Es una situación que parte del desconocimiento de lo que es el asociacionismo, cuando se habla de chiringuitos, de subvenciones... en todo este discurso que se ha querido montar para justificar los ataques a estas asociaciones. Lo que hacemos molesta a aquellos que pretenden atacar los derechos humanos y construir un mundo aún peor con los más vulnerables.

P. ¿Y se ha planteado dar algún día el salto a la política? ¿Le han tentado?

R. No, nunca me han tentado. Bueno, hace muchos estuve en la lista de las municipales del Partido Andalucista porque me lo pidió mi amigo Ramón Sánchez Heredia. Y, desde entonces, no he tenido el mayor interés en la política activa. Y menos ahora porque es absolutamente imposible en estos tres años porque el cargo de coordinador es incompatible con ningún tipo de resposabilidad política y casi que me alegro. La política me interesa. De hecho la asociación es política en el sentido de que trabaja para que cambien las cosas, en el sentido en el que entendía la política Aristóteles. Tenemos que participar en la vida pública. Ahora, la partitocracia en la que vivimos actualmente no me hace sentir cómodo.

Pedro Espinosa

Pedro Espinosa

En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...

 
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