Mes de la Infancia
La Firma de Eva Calleja
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"Mes de la Infancia", la Firma de Eva Calleja
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Palencia
Siempre me he sentido un ser inmensamente afortunada por haber disfrutado de una infancia muy feliz. Crecí rodeada de mis tres hermanas y de mi hermano en una casa donde no sobraba nada en lo material, pero donde siempre había, de sobra, ruido... ruido de juego, ruido de risas, ruido de vida...
Y la memoria, que en muchos casos es maravillosa, se ha olvidado de todo lo que no sea una colección de buenos momentos que fueron haciendo de mi, en buena medida, la mujer que soy. Jamás escuché discutir a mi madre y a mi padre, y supongo que, como cualquier pareja, tendrían sus mejores y peores momentos. Pero nunca, nunca hubo una voz más alta que otra. Crecí en un ambiente de respeto: respeto a las personas , respeto a mis gustos, respeto a mis aficiones, respeto a las ideas, respeto a mis amigas y amigos...eso me enseñó no sólo a respetar a todo el mundo sino también y por encima de cualquier otra cosa a respetarme a mi misma.
Recupero hoy esa mirada al pasado coincidiendo con la celebración, en noviembre del"Mes de la Infancia" de forma general y de manera más concreta el próximo viernes día 20 de la celebración del Día Universal de las Niñas y los Niños.
Durante esa jornada, serán ellas y ellos, los que tomen la palabra en el Salón de Plenos de la ciudad, esta vez y dadas las circunstancias, de forma virtual, para convertirse en portavoces de todos y todas los demás y para abordar qué cosas cambiarían en la ciudad en la que viven, en esta capital que desde hace años cuenta con el reconocimiento de "Ciudad amiga de la infancia".
Escuchemos bien atentos y escuchemos para aprender porque en ocasiones los más peques tienen la clave para la resolución sencilla de grandes problemas. A veces desde la atalaya de "nuestra adultez" no somos capaces de ver lo que para ellos es evidente.
No olvidemos que esta crisis sanitaria les está pasando una dura y difícil factura vital y emocional: su mundo ha cambiado, su forma de aprender, su forma de relacionarse, su forma de jugar...y a eso le suman vivir rodeados de seres adultos enfrentando como mejor pueden, como mejor podemos y sabemos, nuestros propios miedos y nuestro propio estrés emocional.
Cada mañana me cruzo con un montón de caritas de sueño camino de sus coles. Solo veo sus ojos por encima de una mascarilla a la que se han tenido que acostumbrar y que se ponen sin rechistar.
El otro día hablaba con varias profesoras y todas coincidían en lo mismo: ni se quejan, Eva, saben lo que hay que hacer y simplemente lo asumen y lo hacen.
Ojalá las personas adultas fuéramos capaces de ser tan responsables.
Mención aparte para los adolescentes, qué fácil es criminalizarnos...y qué injusto no?
Igual tenemos que darle una vuelta a esa idea.