La cancha donde se ganó al racismo
Desde hace semanas, una vecina de San Bartolomé de Tirajana lleva ropa y agua a los migrantes que juegan al fútbol en una cancha deportiva de Maspalomas, al sur de Gran Canaria. Los mismos jóvenes, que llegaron hace unos meses en patera a la isla y están acogidos en un hotel de la zona, fueron grabados hace unos días por otros residentes con comentarios racistas como "¿dónde están los blancos? Yo me voy de aquí"
La cancha en la que se ganó al racismo
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Las Palmas de Gran Canaria
Hace unas semanas, Soraya, una vecina de San Bartolomé de Tirajana, al sur de Gran Canaria, decidió ayudar a personas "que simplemente lo están pasando mal". Esta mujer, de 34 años y origen marroquí, ayuda junto a su marido a los jóvenes migrantes que pasan su tiempo libre, normalmente jugando al fútbol, en unas instalaciones deportivas de Maspalomas, cerca del hotel donde son acogidos. "Me enteré de que los migrantes estaban en la zona por mi hijo que juega al fútbol aquí al lado. Le invitaron a jugar con ellos y cuando me lo contó decidí ayudarles", explica Soraya.
El matrimonio suele donar ropa y agua a los jóvenes, "ellos están muy bien atendidos en los hoteles y por eso no les traemos comida. Donde están más escasos es en ropa porque Cruz Roja les da lo que puede y algunos tienen sólo una camiseta de manga corta y pueden pasar frío", nos cuenta Soraya mientras descarga de su coche tres bolsas grandes con zapatillas y chaquetas y unas garrafas de agua.
Los jóvenes, a los que ayuda Soraya y su marido, fueron grabados, a principios de octubre, por varias personas que se sorprendía e indignaban porque los migrantes estuvieran allí, con comentarios racistas como "¿dónde están los blancos?".
Para Soraya, "en estos momentos hay muchas personas que lo están pasando mal por la crisis y eso hace que estén más deshumanizadas. Creo que los que hacen comentarios racistas hablan desde la ignorancia porque no saben por lo que pasan los migrantes. Nadie se va de su tierra, arriesga su vida y deja a su familia con gusto." Según Soraya, ella y su familia lo están pasando mal porque "desde que se decretó el estado de alarma estoy en ERTE. La perfumería en la que trabajo abrió durante un mes y medio y volvió a cerrar por la falta de turistas y con lo que gano ahora no llegamos a final de mes, pero si yo tengo un euro me quedo con 50 céntimos y la otra parte se la doy a los migrantes", nos cuenta.
Soraya asegura que seguirá llevando ropa y agua a estos jóvenes migrantes que siguen jugando, a diario, en esas canchas. La mayoría lo hace ajeno a la solidaridad y, a veces, al racismo que se generan en torno a ellos.