Turn, turn, turn

Córdoba

Hoy debería estar hablando del libro de Vicente Luis Mora, Centroeuropa. Pero no puedo hacerlo. Ayer murió mi maestro, Pedro Roso, el culpable, en gran medida, de que hoy sea escritor.

Es un día muy triste para la poesía en Córdoba. Fue él, desde la Posada del Potro, quien activó en los años 90 un caldo de cultivo propicio para la poesía en nuestra ciudad. Y fue allí donde puso a funcionar una cantera de jóvenes escritores, una ola que llega hasta nuestros días. No regalaba el halago fácil. Siempre animaba a no conformarnos, a mantener esa incomodidad latente que debe existir en todo ejercicio intelectual. Pero esa severidad se fue atemperando, y en los últimos años Pedro, además de maestro, se convirtió en camarada. Hasta tal punto que me pidió presentar, el pasado 20 de marzo, el que iba a ser su primer libro de poemas, “Raro de Luna”. La pandemia y el confinamiento nos privaron de esa ceremonia de amistad.

Pedro Roso se va, pero nos deja muchas cosas. A cambio, permítanme que le regale esta canción de Pete Seeger, él y yo y mi tío José María sabemos por qué. Buen viaje, camarada.