Nuevo curso político

Asturias
Septiembre ha sido tradicionalmente el mes de la vuelta a la normalidad política, pero en esta ocasión más bien habría que hablar de regreso a la anormalidad política. Todo continúa siendo extraño. La COVID 19 manda sobre la sociedad en su conjunto, pero sobremanera sobre los políticos, pero lógicamente con peculiaridades, con diferencias específicas según los territorios de que se trate.
El coronavirus es, desgraciadamente, el gran protagonista de los tiempos que vivimos, pero también es cierto que no todos los responsables de administrar la cosa pública abordan, se enfrentan, de la misma manera a los graves problemas originados por el dichoso virus.
Responder con eficacia y valentía al reto sanitario, velar por la salud de los ciudadanos es, sin lugar a dudas, el gran objetivo de cualquier gobernante. Pero no debe ser el único, porque la vida sigue, y es indispensable ir preparando adecuadamente el camino para otra época, para la del deseado post-virus.
Asturias ha ido respondiendo mejor, incluso se podría decir que mucho mejor que otras regiones a las dificultades derivadas de la pandemia. Los datos están ahí para demostrarlo. ¿Pero es eso suficiente? Da la sensación de que en la agenda del presidente del Principado, Adrián Barbón, sólo hay cabida para los asuntos relacionados con el coronavirus. Es su gran obsesión. Pero quizás debería ir pensando en ampliar su discurso, en dar entrada a ideas distintas, a propuestas, proyectos, que tengan que ver con otros aspectos relevantes, indispensables en algunos casos, de la vida política, social y económica de la comunidad autónoma. Y si además contase por el respaldo de un número importante de los miembros de su ejecutivo, mejor que mejor.