«Al 'chip', acabado en 'pe', Mendoza lo llama, con toda su pachorra, "chis"», por Pepe Belmonte
Escucha el 'micromentario' semanal para Hoy por hoy del catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia
Murcia
Fue, sin duda alguna, la noticia de la semana. La más comentada en todos los corrillos, en todos los foros y en todos los bares, que, como he dicho en alguna ocasión, son el verdadero parlamento del ciudadano de a pie.
Micromentario / Pepe Belmonte (22-06-20)
02:14
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La noticia que fue más allá de nuestras fronteras regionales para hacer, una vez más, de todos los murcianos unos tipos un tanto curiosos, propensos a convertirse en protagonistas de chistes y de chirigotas.
José Luis Mendoza, el presidente de la UCAM, logra que suba el pan cada vez que abre la boca. En esta ocasión, sin cortarse un pelo, a su estilo y manera, manifestó, públicamente, con luz y taquígrafos, que la vacuna del coronavirus, que aún está por llegar, es cosa del demonio.
O, mejor dicho, un invento diabólico del multimillonario Bill Gates, un conspirador que ya tiene un plan para toda la humanidad: introducir, a través de la vacuna, una especie de “chip prodigioso” para tenernos a todos controlados, cumpliéndose así la tan temida profecía orwelliana del Gran Hermano, que expuso en su novela 1984.
Pero lo curioso es que al “chip”, acabado en “pe”, Mendoza lo llama, con toda su pachorra, “chis”, igual que se pronuncia la palabra “queso” en inglés, lo que ha desatado una gran cantidad de comentarios de todo tipo, pero sobre todo jocosos, en las redes sociales.
Está claro que Mendoza es, cuando menos, un personaje raro, singular, extravagante, excéntrico, estrambótico, atrabiliario y polémico al que nadie quiere hacerle frente y al que muchos temen y otros protegen como una especie en trance de extinción. Ellos sabrán las razones.
La UCAM, la Universidad Católica San Antonio, en donde hay, me consta, muchos y muy cualificados profesionales, pierde buena parte de su credibilidad con la presencia de un presidente que, a base de exabruptos como el anteriormente comentado, pone en el disparadero a toda una institución.
Pepe Belmonte