Lo que mal empieza
El cicloviajero José Juan Luque y el montañero Aristóteles Moreno nos cuentan, esta semana en La Recompensa, rutas que acabaron bien aunque empezaron muy mal
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Hoy por Hoy Córdoba. La Recompensa. Lo que mal empieza
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Córdoba
Dice el refranero español que "lo que mal empieza, mal acaba". Una suerte de fatalismo que nos lleva a pensar que es difícil, por no decir imposible, cambiar el curso de los acontecimientos cuando estos han tenido un mal comienzo.
Sin embargo, nuestros colaboradores, el montañero Aristóteles Moreno y el cicloviajero José Juan Luque, nos han descubierto esta semana que en la montaña o en la carretera esta peculiar versión de la Ley de Murphy no siempre se cumple. Afortunadamente.
Perdido el primer día en el Camino de Santiago
Aristóteles Moreno puede presumir de ser un veterano peregrino. A lo largo de los años ha acudido al Camino de Santiago hasta en seis ocasiones. Y lo ha completado por distintas variantes. Sin embargo, su primer día en la ruta jacobea no fue precisamente para enmarcar. Antes de probar la dureza de la mítica ruta, nuestro experimentado montañero pudo probar la dureza del suelo del albergue del puerto de Somport, tras caerse desde lo alto de su litera en plena noche. "Me dieron ganas de ir a mear, no calculé bien la altura y me pegué un jardalazo español en toda regla" nos confiesa, todavía un poco avergonzado.
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Aristóteles Moreno en el Camino de Santiago / Aristóteles Moreno
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Aristóteles Moreno en el Camino de Santiago / Aristóteles Moreno
Con este preámbulo, y tras haber despertado al resto de peregrinos, Aristóteles inició su primera etapa por el Camino de Santiago, en su vertiente aragonesa, que debía llevarle hasta Jaca. Debía, pero no lo hizo. "Íbamos tan entrenidos charlando, siguiendo las flechitas amarillas hasta que de pronto nos dimos cuenta de que ya no veíamos las flechitas por ningún sitio". Así es como su compañero y él acabaron perdidos y metidos en un sendero de gran recorrido que les condujo (no si antes preguntar) a Formigal, a más de 40 kilómetros de su destino. Y por si su honra de montañero todavía no estaba lo bastante castigada, y para mayor regocijo de José Juan, Aristóteles y su compañero tuvieron que recurrir a un autocar para que les llevara a Jaca y reengancharse a la ruta. "Me salió un día muy José Juan", concluye Aristóteles.
"Los 15 kilómetros más largos de mi vida"
"Era una carreterita preciosa y sin mayor dificultad, pero fueron los 15 kilómetros más largos de vida". Así recuerda José Juan Luque la etapa que debía llevarle desde Cadaqués hasta el Cabo de Creus, en Gerona, en el verano de 2016. Acostumbrado a grandes viajes en bicicleta, en los que ha subido puertos míticos como el Mortirolo en los Alpes, o el Tourmalet en los Pirineos, cuesta pensar qué pudo ocurrirle para que José Juan Luque reconozca que "no me pude ni sentar (en la bici) en todo el trayecto de lo que me dolía el culo". O que "me dolían las agujetas como nunca había imaginado".
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José Juan Luque al llegar a la meta del medio Ironman de Bola del Mundo. Verano de 2016 / José Juan Luque
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José Juan Luque al llegar a la meta del medio Ironman de Bola del Mundo. Verano de 2016 / José Juan Luque
La explicación a tanto sufrimiento hay que buscarla el día anterior, a 700 kilómetros de distancia, en la sierra de Madrid. Allí, en la conocida como Bola del Mundo, nuestro intrépido ciclista había participado en su primer medio Ironman. Con poca experiencia, pero sobrado de ilusión y de su optimismo natural, José Juan superó una prueba que le llevó a nadar 2 kilómetros, recorrer 90 kilómetros en bici con llegada en Bola del Mundo, "un puerto durísimo", y por si fuera poco, correr campo a través durante otros 21 kilómetros más. "Fue la primera vez y después de 9 horas acabé destrozado". Y al día siguente, en coche a Cadaqués, para iniciar un viaje en bicicleta que debía llevarle a cruzar los Pirineos de un extremo a otro durante 15 días. Una aventura que tuvo su primera etapa, apenas de transición, entre Cadaqués y el Cabo de Creus. "Cuando llegué al camping estaba tan cansado que no pude ni montar la tienda", nos cuenta José Juan, que reconoce que se preguntó así mismo "cómo voy a pasar las próximas dos semanas subiendo puertos por los Pirineos, pero lo haces".
Ese verano, José Juan acabó subiendo el mítico Tourmalet, y con alforjas. Y Aristóteles completó sus primeras cinco etapas del Camino. Porque no siempre lo que mal empieza, mal acaba. En este caso, burlar al refranero fue su mejor recompensa.