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Mater et Magistra, una residencia esencial en medio de la pandemia

Este centro de educación especial en Mairena del Aljarafe se ha mantenido a salvo del coronavirus en una zona de especial incidencia

Sevilla

El trabajo de Beatriz y el de sus compañeros es gestionar vida. Así lo llama ella. La directora del centro de educación especial Mater et Magistra, entre San Juan de Aznalfarache y Mairena del Aljarafe, creado por una asociación sin ánimo de lucro para las personas con discapacidad intelectual y sus familias. El reto de esta entidad formada por familiares siempre ha sido mejorar la calidad de vida de sus residentes.

Reportaje residencia 'Mater et Magistra'

04:12

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Sin los recursos públicos necesarios, ni antes ni ahora, si en el pasado ya eran esenciales en medio de la pandemia lo son aún más. De la noche a la mañana, con el inicio del estado de alarma, tuvieron que cerrar sus centros de día y proteger su residencia en una zona de especial incidencia del COVID.

Como muchas residencias, se enfrentaron a la falta de mascarillas y guantes, pero con la solidaridad de particulares, del Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache y sus propios recursos consiguieron salir adelante. Y, tras un gabinete de crisis, proporcionaron a toda la plantilla una guía con medidas de obligado cumplimiento.

El centro cerró a cal y canto y se acabaron las salidas con las que se aportaba calidad de vida a sus residentes, personas con discapacidad intelectual que no entienden por qué de la noche a la mañana todo ha cambiado tanto.

Durante todo este tiempo no han podido salir ni tampoco entrar a verles sus familiares para evitar riesgo de cotagio. Eva, una de las tabajadoras, al trabajar en este centro es afortunada porque puede ver a su hermana Marta, "un privilegio y una responsabilidad".

Para los que no han tenido esta suerte, los cuidadores han facilitado videoconferencias periódicas con sus familiares. También han realizado un taller de mascarillas entre algunos residentes. Lo más difícil para Eva está siendo no poder abrazar ni "dar achuchones".

Tampoco se abrazaron cuando todos, residentes y trabajadores, dieron negativo en los test de coronavirus, pero no pudieron evitar las lágrimas porque, a pesar de las dificultades, y de las muertes que estaban conociendo en una residencia de ancianos a escasos metros, ellos habían conseguido mantener el centro a salvo. Y es que, según Beatriz, no pueden evitar seguir sintiendo miedo.

Hay miedo pero, como transmiten sus trabajadores, también esperanza de que "juntos" seguirán siendo un dique de contención para el Covid 19.

 
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