Qué verde más verde

Córdoba

Qué verde más verde!

… dijo mi hijo el día que decidió salir de su zulo cibernético y se aventuró a la terraza. Tuve que explicarle que era la falta de contaminación, o sea, la falta de partículas en suspensión. Sí, esas que son tan tan pequeñas que cuándo las respiramos llegan al flujo sanguíneo, de ahí a los pulmones y quién sabe a qué otros recónditos universos de nuestro frágil organismo. Y llegan para quedarse y nos chafan el pulmón, y el corazón y todo lo que se encuentran a su paso.

Y nos preguntamos ¿Y ahora qué? ¿Volverá el humo y todo se volverá gris? ¿Volverá el ruido y espantará a los pájaros? Pues sí. Pasará.

O no! O nunca más será lo mismo.

Nos molestará el olor a gasolina y odiaremos vernos encerrados en un atasco, por pequeño que sea. Dejaremos de tocar el claxon y puede que incluso usemos el coche sólo para viajar.

Querremos ir al trabajo andando. Usaremos el carro, pero el de la compra, y lo haremos andando y en las tiendas del barrio.

Engrasaremos nuestra bici y a volar. Y circularemos al lado de los coches, que serán muchos menos e irán mucho más despacio, para cuidarnos, naturalmente.

Los de a pié se pararán a ver escaparates, a tomar un helado o comprar un boli.

Los ciclistas sonreiremos a los novatos y les diremos cómo ajustar el sillín o donde pueden conseguir unas buenas alforjas.

Miles de personas sueñan con que volvamos a la normalidad. Dejadme soñar también.