'¿Quién nos lo iba a decir...?'

Algeciras

Cumplo fielmente desde hace más de un mes, como el resto del planeta, con este primer encarcelamiento voluntario y preventivo del siglo XXI que nos hemos tenido que regalar para huir de la pandemia.

¿Quién nos lo iba a decir, eeeh? Astronautas de un universo por conquistar, moradores de la Luna y espías de Marte, hormigas en la galaxia, constructores del Partenón, de la Alhambra, de la Torre Eiffel, de catedrales infinitas, de ciudades interminables y, ahora, arrodillados ante la destrucción de un virus microscópico que nos ha puesto en cruz con los libros en las manos y mirando a la pared.

¿Quién nos lo iba a decir, eeeehhh? Hemos redescubierto que tenemos oídos para escuchar el croar nocturno de sapos y ranas de las lagunas de San Bernabé, el chipicolío de los jilgueros de los eucaliptos de enfrente de mi casa, los gorriones alevines pidiendo comida en las tejas del tejado y el zumbido de abejas en el limonero del patio; y cuando saco unos minutos a mi perro, Mencey, hemos aprendido a mirar las flores que nunca vimos y nos hemos enamorado de una ladera de amapolas rojas y lilas que permanecían invisibles en otros momentos.

Escuchamos al Cigala en Lágrimas Negras bajo la lluvia fina que hoy inunda esta mañana de abril, pienso en el dolor de tantos y duele. Al fin y al cabo, ¿qué estamos haciendo recorriendo la galaxia y arrodillándonos ante un virus que se está llevando la verdadera memoria de nuestra humanidad, nuestros mayores?