Lucía Alonso y lo que el coronavirus se llevó

León

Al brillante paso de una de las emigrantes del balón por la NCAA norteamericana le faltará la guinda. Lucía Alonso se despidió este mes de marzo de los Arizona Wildcats sin poder disputar la fiesta del baloncesto universitario, la afamada "March Madness" en la que comienza la carrera por el título. La crisis del coronavirus se llevó por delante el sueño de este y de otros muchos conjuntos que habían trabajado todo el curso por llegar a la cita. "Fue un palo duro. Hubo lágrimas. El objetivo era estar entre las dieciséis mejores del país", confiesa la base leonesa desde su particular cuarentena en Estados Unidos, que empieza a padecer los rigores de la pandemia.

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Y allí seguirá Alonso un curso más, aunque lejos de la competición. La normativa limita a cuatro temporadas las apariciones de una misma jugadora en el torneo por lo que se centrará en terminar sus estudios. Sin embargo, su nombre quedará grabado durante algún tiempo en Tucson, como sus números al firmar el mejor porcentaje en tiros de tres puntos (40%) en la historia de la escuela.

Alonso mira al futuro imaginando una vuelta a Europa y regresando a las pistas en una de las primeras divisiones españolas y echa la mirada atrás. Los inicios de esta etapa "fueron duros, pero mereció la pena". El examen de acceso, el adiós a la familia, un mundo nuevo, la nostalgia, los duros entrenamientos, el crecimiento deportivo y personal y, al final del camino, el emocionante reconocimiento. Una lección para las siguientes generaciones.