De los Ángeles a Editor Aguilar
A finales de los años 60 del siglo XX todavía existían calles en Valencia cuyos nombres estaban duplicados en distintos barrios. Una de ellas era la calle de los Ángeles.

Callejeando con Luis Fernandez 12-02-2020
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Valencia
Valencia, ciudad de barrios, poblados y pedanías, se fue transformando en gran urbe a principios del siglo XX, expandiéndose como una mancha de aceite por su huerta circundante, absorbiendo y anexionando todos los caseríos preexistentes que tenía en su periferia. Este hecho singular condicionó la evolución urbana de la ciudad y supuso un quebradero de cabeza a los funcionarios responsables de la onomástica urbana, incapaces de solventar el grave perjuicio que suponía, para los vecinos y para la propia administración, tener nombres de calles duplicados y triplicados en distintos barrios de la ciudad.
Una de las calles que llegaron hasta los años 60 del siglo pasado con el nombre repetido en dos barrios de la ciudad fue la de los Ángeles, conocida arteria del barrio del Cabañal en la actualidad, tenía su homónima en el barrio del Mercat, entre la avenida del Oeste y la calle Balmes. Esta histórica y serpenteante calle de los Ángeles, era en el siglo XIX tan solo un pequeño tramo entre las calles de Maldonado y Jabonería Nueva, exactamente donde nació el insigne novelista Vicente Blasco Ibáñez, mientras que al otro lado de Maldonado, a espaldas del convento del Pie de la Cruz, era conocida como calle de las Monjas Servitas.
La ingeniería onomástica hizo que en 1922 se unificase toda la calle bajo el mismo nombre, calle de los Ángeles, desde Jabonería Nueva (que luego sería bautizada como Flor de Mayo, en homenaje a Blasco Ibáñez) hasta la de Balmes, desechando el nombre de Monjas Servitas por ser un nombre, según los propios vecinos, “poco notable”. El nombre de la calle de los Ángeles duró bajo esa denominación hasta la Guerra Civil, cuando fue rebautizada con el significativo nombre de calle de los Iconoclastas, contraria y en obvia oposición a la de los Ángeles. Pero esta curiosa denominación apenas duró tres años, los mismos que la contienda, hasta que el nuevo régimen decidió recuperar el nombre de los Ángeles.
La calle de los Ángeles fue devuelta al nomenclátor por el nuevo régimen, pero pronto surgieron lógicas incompatibilidades con su homónima del Cabañal y se decidió recuperar el viejo nombre de Monjas Servitas para renombrarla de nuevo y por enésima vez. Sin embargo este cambió no gustó ni a comerciantes ni al propio cronista de la ciudad, Salvador Carreres, que exigían que el cambió de nombre lo sufriese la calle del marítimo por ser su rotulación más moderna. Y así fue como, en otro giro de la historia, la calle de los Ángeles, la del mercat, recuperó su nombre en 1948, para alegría de los vecinos. Cambio, que como ya se imaginaran tampoco duró mucho.
La duplicación del topónimo Ángeles en ambas vías de la ciudad seguía generando dificultades a los servicios de correos y policía urbana, así que definitivamente, el 21 de mayo de 1969 se decidió deshacer el entuerto y cambiar el nombre de la calle de los Ángeles (la del barrio del Mercat) por el del editor valenciano Manuel Aguilar, nacido en Tuejar en 1893 y fallecido en Madrid en 1965, fundador de la Editorial Aguilar, una de las más importantes editoriales del siglo XX en lengua castellana, reconocida mundialmente por sus colecciones de Clásicos Universales, con una cuidada encuadernación de cuero y el característico papel biblia. Para resaltar la figura de Aguilar, el Ayuntamiento decidió confeccionar una lápida artística, que fue descubierta el 24 de octubre del mismo 1969, por Rebeca Arié, viuda del editor y por Carlos Aguilar, sobrino del homenajeado y entonces gerente de la editorial.