'Un poco de humanidad por favor'
A veces la vida te pone a prueba cuando en el discurrir diario de la rutina se te presenta un problema que no es tuyo, pero que con muy poco, solo con algo de humanidad, podría ayudar a que otras personas resuelvan su situación
La firma de Juan Barreno, "Un poco de humanidad por favor"
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Algeciras
A veces la vida te pone a prueba cuando en el discurrir diario de la rutina se te presenta un problema que no es tuyo, pero que con muy poco, solo con algo de humanidad, podría ayudar a que otras personas resuelvan su situación. Ante este imprevisto, que a todos nos ha ocurrido alguna vez, la gente tiene dos opciones, volver la cara, seguir con su camino sin interesarse, o verse recriminado por ese guardián que llevamos dentro, al que llamamos conciencia, que te impide dormir tranquilo. En este segundo caso, optan por intervenir y ayudar a los demás porque saben cómo conseguir solucionar el problema. Aquí es donde nace de forma espontánea la solidaridad, la empatía, la pureza de la ayuda prestada a los demás.
Ante determinados problemas sociales que afectan a otros y traspasan el umbral de hacerse públicos, los políticos fabrican situaciones con grandes palabras, que lo único que consiguen es dejar tranquilos a los menos solidarios: no preocuparos que aquí estamos nosotros suele ser su mensaje. Pero hay otras personas que, aún con estos anuncios retóricos, están hartos de promesas incumplidas y deciden actuar, sabiendo que una vez más los políticos no van a hacer nada después de sus peinadas declaraciones en los medios.
Es lo que ha sucedido recientemente con el problema del pescador peruano del barco Rua Mar, cuyo cadáver ha sido uno de los que han aparecido. Su familia, su esposa y su hija, estaban en Perú y, como es normal, querían venir a España para velar y repatriar su cadáver. Pronto se habló de ayudarles e incluso de poner un equipo de psicólogos a su disposición, pero había que actuar con rapidez y gracias a un grupo de personas de Algeciras, de este pueblo tan especial y solidario, comandados por Pepi Gallardo, una algecireña de la barriada de la Juliana, -por cierto, el mismo barrio que el del presidente de la mancomunidad, Juan Lozano, al que nos gustaría que nunca se olvide de sus orígenes-ante la inacción de políticos e instituciones, consiguieron con sus gestiones en diferentes organismos, y con las aportaciones dinerarias de voluntarios, asegurar el viaje de la esposa y su hija, así como su estancia en nuestra ciudad y el sepelio y repatriación del difunto.
Hay que agradecer también a la cofradía de pescadores de Tarifa, que se movilizó y a la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores, con su director al frente, Basilio Otero, quien se desplazó hasta Algeciras, que hicieron todo lo posible para ayudar y asesorar a esta familia. Oscar Maquera llevaba 17 años en Algeciras y tenía la doble nacionalidad. Llama la atención que aquí, de donde era el Rúa Mar, en el que llevaba dos años enrolado, ni el armador, ni las autoridades locales, ni la cofradía de pescadores, ni ningún partido político ni sindicato, hayan hecho nada por atender un acto humanitario de esta envergadura por un marinero de un barco de nuestra localidad. Porque solo se trataba de eso, de un acto humanitario con la familia del desaparecido, al margen de comentarios y rumores que no vienen al cuento.
Desde luego, nuestra ciudad con sus representantes no ha estado a la altura de las circunstancias.