Entre la euforia y el escepticismo

Santiago de Compostela

El gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez se reúne por primera vez este martes, y desde Galicia son muy diferentes las sensaciones que dejan estas primeras horas del nuevo ejecutivo.

El líder del PSdeG, Gonzalo Caballero, cree que el gobierno que ha tomado posesión reforzará las posibilidades de la izquierda para acabar con la etapa de Feijoo en la Xunta. Un ejecutivo progresista, comprometido con Galicia, que demostrará cada semana que hay una alternativa a las políticas aplicadas por la derecha en los últimos diez años.

El líder socialista ve a Feijoo desconectado de los gallegos, y cree que el gobierno de coalición en el Estado será un aliado perfecto para darle la puntilla en Galicia. Caballero ha pedido además a Feijoo que aclare cuanto antes cuando van a ser las elecciones autonómicas.

En el PP, su portavoz parlamentario, Pedro Puy, ha seguido el consejo de Feijoo y se ha mostrado moderado en su valoración del nuevo ejecutivo. El portavoz conservador asiste con naturalidad a la euforia que exhibe la izquierda. Eso sí, rebaja las expectativas. Cree que cuando haya que aprobar los presupuestos o adoptar medidas decisivas para la industria electrointensiva, se verá el escaso compromiso del nuevo gobierno con Galicia.

Confía Puy en que el nuevo gobierno sea leal y sepa reconocer el compromiso de Galicia con la estabilidad presupuestaria.

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Cambios en el Parlamento

Son los efectos colaterales del nuevo gobierno de coalición. El hasta ahora diputado del grupo Común da Esquerda, Manolo Lago, se encargará de asuntos clave como la reforma laboral en su nueva etapa como asesor de Yolanda Díaz en el ministerio de trabajo, según las fuentes consultadas por la SER.

Su salida abre una nueva brecha en el grupo común da esquerda, toda vez que la siguiente en la lista es Mariló Candedo, afín a Luis Villares. Luca Chao, la portavoz de los comunes, le ha pedido que no asume el acta de diputada y deje paso al siguiente en la lista.

La salida de Manolo Lago obligará a reorganizar las portavocías del grupo parlamentario, y a mantener los difíciles equilibrios del grupo en el que también está Anova.