'La falta de coherencia de la clase política'

San Roque

Del blanco al negro. Así va la mayoría de nuestros políticos. Cuando el partido al que pertenecen gobierna en otras instituciones -ya sea a nivel comarcal, provincial, de la comunidad o del estado- están muy calladitos y no dan un palo al agua en reclamaciones ciudadanas plenamente justificadas. En cambio, cuando es el rival el que asume la responsabilidad en esas instancias, ya la cosa cambia. Se vuelven de lo más reivindicativo y procuran hacerse visible en primera línea de las manifestaciones, y hacen declaraciones públicas contra el abandono que sufre la sanidad, la educación, la conexión ferroviaria y todo aquello que demanda la ciudadanía y no esté en la parcela de su competencia ni la de su partido. Lo estamos viendo continuamente en representantes de los grandes partidos, que son los que normalmente se turnan en las diferentes instituciones, pero ocurre también en otras formaciones que tocan poder.

¿Por quién nos toman estos señores? ¿Por palmeros de su grandilocuencia transitoria? ¿Dónde estaban cuando era su partido el que tenía la posibilidad de solucionar una necesidad reivindicada? ¿Se volvieron justicieros de la noche a la mañana?

La credibilidad de la política deja mucho que desear desde hace ya tiempo. El servicio público de los cargos electos no puede ejercerse en función del interés partidista.

Cualquier ciudadano crítico e imparcial -aparte de su forma de pensar- podrá darse cuenta que existe una clase política interesada en tener a una ciudadanía desmovilizada y, en todo momento, manipulable.

Romper esa dinámica que ensombrece la participación es una tarea ciudadana. Exijamos coherencia a los representantes políticos, y digámosle, bien claro, ¿de qué van ustedes?

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