La educación sometida
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Firma de opinión de José Carlos Ruiz. "La educación sometida"
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Córdoba
Seguro que lo recuerdan porque sucedió hace apenas unos días y además se hizo viral, a una maestra de primaria que impartía una lección de anatomía con un disfraz que mostraba el cuerpo humano por dentro. Poco después, ella misma declaraba que solía ir a clase con cualquier tipo de atrezo (sombreros, gafas, disfraces,…) que le fuera de utilidad para hacer una pedagogía divertida. Según contaba, cada vez se innova más en la práctica docente con el objetivo de centrar la atención del alumnado. Una atención, que todo hay que decirlo, cada día está más contaminada por el abuso de horas de pantalla. Y claro, como era de esperar, el objetivo de la maestra de innovar y captar la atención, lo consiguió con creces.
Anécdota aparte, este hecho plantea algunas reflexiones sobre los caminos que, de un tiempo acá, está tomando la pedagogía contemporánea. Por lo visto, como no somos capaces de controlar el consumo de pantalla fuera de clase, en lugar de reeducar la atención dentro de ella, preferimos plegarnos a los nuevos códigos atencionales de la muchachada, prologando, o quien sabe si quizá aumentando, la problemática que ya traen de casa.
La escuela, el instituto y si me apuran hasta la propia universidad, parecen haber claudicado por completo a un subjetivismo individualizado donde ahora, lo importante, es tener siempre motivado al alumno, proporcionándole un campo de estimulación amplio para que así evite distraerse, desconectarse, o lo peor de todo, convertirse en un elemento conflictivo dentro del aula. El problema aparece cuando el docente funambulista no da con la tecla motivacional adecuada, cuando no sabe transformar el proceso de enseñanza en algo divertido, en algo estimulante y a ser posible inspirador, y claro, termina generando frustración y displicencia en un estudiante que cada vez encuentra más problemas para manejar la resiliencia, el deber, o la mera obligación.
A fin de cuentas, lo que me pregunto es si esta obsesión por la innovación educativa y la espectacularización de la docencia son los mejores instrumentos que hemos encontrado para educar, o si, por el contrario, ha sido la educación, la que se ha sometido a ellos.