El poeta olvidado
Manuel José Quintana alcanzó el cénit de su carrera en 1856 cuando fue coronado como poeta ilustre de España por Isabel II en el Senado.

Las calles, como espacios vitales que componen la ciudad, reflejan en su trazado la evolución urbana de la misma. Sus nombres, antes de la instrumentalización política del nomenclátor callejero, también nos ayudaban a construir el puzle de la memoria urbana. Sin embargo, a partir del siglo XIX, los nombres de las calles y plazas de las ciudades empezaron a ser usados para transmitir ideas y valores del nuevo régimen, perdiendo así su valor topográfico a cambio de un ornato moral del cual subyacía el control ideológico del espacio público. Se nos dijo que los nombres populares, nacidos de la practicidad, perdieron su utilidad cuando el espacio al que aludían dejó de existir, pero nadie reparó en que las denominaciones conmemorativas también requerían de una contextualización histórica para poder hacer llegar el mensaje con nitidez.
Ejemplos de este tipo en Valencia hay centenares, como el de la vieja calle del portal de los Judíos, actual del poeta Quintana, situada entre el Parterre y la plaza de los Pinazo. Dicha calle, antaño callejón, recibió este nombre desde antiguo ya que desembocaba en una de las puertas de la muralla conocida desde el siglo XIV como portal o portillo de los Judíos por estar próxima al cementerio y una capilla que tenían los judíos de la ciudad en esta zona, que posteriormente, en el siglo XV pasaría a ser el convento de Santa Catalina de Siena y ya en el XX un gran centro comercial.
A mediados del siglo XIX, coincidiendo con las primeras grandes reformas urbanas y del nomenclátor urbano de la ciudad, en la calle del portal de los judíos empezaron a construirse nuevas viviendas sobre lo que entonces eran huertos junto a la “Casa de las Coronas”. El nombre del portal de los judíos se empezó a quedar obsoleto cuando la muralla y el propio portal tenían fecha de defunción y el nuevo orden político durante el bienio progresista así lo consideró para sustituirlo por el del político y poeta Manuel José Quintana (Madrid, 1772-1857), uno de los ideólogos de la revolución de 1854 y protagonista indiscutible de este periodo de la historia de España.
Adalid del liberalismo español, su obra destila patriotismo progresista y en ella aboga por la construcción de una España más moderna y democrática. Sus ideales inspiraron la revolución liberal y su figura alcanzó la consagración en marzo de 1855 cuando fue coronado poeta ilustre por Isabel II en el Senado. Un año después, ante la necesidad de perpetuar el nombre de Quintana en el imaginario colectivo, el Ayuntamiento aprovechó la construcción de nuevas viviendas en la calle del muro de los judíos para aprobar el cambio de nomenclatura de esta por el de calle del poeta Quintana.