Épica presentación de 'Luciérnagas', el luminoso nuevo trabajo de El Hombre Garabato
El grupop cierra una trilogía fundamental para la música granadina tras 'Demonios' y 'Aullidos'
Granada
Eran las 22:15h cuando en la mítica Sala Planta Baja se comenzó a expandir un rumor que presagiaba la llegada de "la esperanza bajo el hielo". Y es que comenzaban a atacar temas ni más ni menos que El Hombre Garabato, para presentar oficialmente su nuevo trabajo "Luciérnagas", que cierra una trilogía épica para la música granadina tras "Demonios" y "Aullidos", viniendo a significar el reverso blanco y optimista que remansa la corriente maravillosamente oscura de las dos primeras entregas de la trilogía.
Llegaron haciendo "De tripas corazón" con una fuerza irresistible sobre el escenario porque, como dijo Nicolás Hernández, líder de la formación, "volver al Planta supone siempre volver a casa". A sus espaldas, una década de rock cabal, certero, maduro, serio, reflexivo y reflexionado, puro pero sin miedo a acercarse a otras texturas por una buena causa.
Al tercer tema el público asistente ya se preguntaba "de dónde sacarás la rabia que hace falta" cuando se iban desgranando uno a uno los temas que forman parte del remanso tras la tormenta que supone "Luciérnagas", "nuestro disco más optimista", como subrayó el cantante.
Pero el oasis era puro espejismo porque, volviendo a sus temas clásicos, nos encontramos ante "una granada a punto de estallar". "De repente, todo empieza a funcionar", como advirtió Nico a sus incondicionales fans que iban llegando al paroxismo ante el caudal eléctrico que los Garagatos desplegaron sin pudor sobre las tablas del Planta en una noche ciertamente épica (segunda vez que utilizamos el mismo adjetivo en esta crónica, por algo será).
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Daniel Martín
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Daniel Martín
Pero llegaba el momento de que el guitarrista (esa Gibson que a algunos nos vuelve locos por evocación) Óscar Gallardo tomara protagonismo cantando un tema que nos recordaba que ser Garabato "es estar siempre en medio del camino", un destino gozoso de futuro certero.
Sonó sin solución de continuidad otro tema bastión de la banda, "Mover una montaña", tras el que llegó "No todo está perdido", actualización garabata de la canción protesta. Pero, a esas alturas del épico concierto (y van tres), el inmenso Nico señalaba públicamente un problema: "Las luces deslumbran tanto que a veces no se ve la gente que hay". Dicho y hecho, los Garabato abandonaron (por primera vez) el escenario y se mezclaron con el público para interpretar un tema tan solo abrazados a la guitarra acústica de Hernández y las voces de toda la formación. "Estaré siempre contigo, estaré siempre a tu lado", así nos amenazaron y lo asumimos con devoción entregada.
Recuperada la posición en el escenario, llegó el momento de "La batalla", un tema de una contundencia redonda que bien pudiera suponer la cumbre de la banda granadina. Tras la que fue invitado a subir al escenario Tony, de Nievla, para interpretar "Lobos", muy aplaudida por un público entregado entre el que no faltaban enormes personalidades de la música granadina como José Antonio García y José Ignacio Lapido, ambos miembros de 091.
Resonó con posterioridad en el Planta un verso de este grupo que siempre cala el alma, aquello de "ser malabarista sobre cuerdas oxidadas". La noche iba tocando a su fin y era momento de balance, por eso Nico dijo que "en un pequeño instante, las cosas pueden ir bien o mal, y desde luego esta noche van bien" (y tanto que sí, damos fe).
Pero aún guardaban una sorpresa garabata bajo la manga: Nico coge el bajo que abandona Guille Egea para bajarse con el público y desarrollar un alarde de percusión apasionante mientras que Óscar Gallardo hace explotar los platillos de una pandereta. El público se rindió ante la evidencia cautivo y desarmado. Si a ello unimos una versión estratosférica del inmortal "Huesos" de Los Burros, el fin de fiesta comenzaba a explotar por las costuras, mientras que uno a uno, los músicos fueron abandonando el escenario hasta que solo quedó Nico y su guitarra. Los bises, cargados de "escenas de guerra perdidas" y "Demonios", pusieron un broche de oro a una noche épica (y van definitivamente cuatro).