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El Cid, a hombros en Zaragoza en su despedida de los ruedos españoles

El diestro de Salteras desorejó al cuarto de la tarde, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre

El diestro Manuel Jesús Cid Salas "El Cid" sale a hombros por la puerta grande tras cortar dos orejas en la faena a su segundo toro, "Derribado", de García Jiménez, con el que se ha despedido de los ruedos en la corrida celebrada hoy en el coso de La Misericordia con motivo de la Feria del Pilar de Zaragoza y en la que ha compartido cartel con David Fandila "El Fandi" y Alberto López Simón / Javier Cebollada (EFE)

El diestro Manuel Jesús Cid Salas "El Cid" sale a hombros por la puerta grande tras cortar dos orejas en la faena a su segundo toro, "Derribado", de García Jiménez, con el que se ha despedido de los ruedos en la corrida celebrada hoy en el coso de La Misericordia con motivo de la Feria del Pilar de Zaragoza y en la que ha compartido cartel con David Fandila "El Fandi" y Alberto López Simón

Zaragoza

Tras cortarle las dos orejas a su encastado segundo de su lote, el diestro sevillano Manuel Jesús Cid "El Cid" puso este sábado punto y final a su carrera en ruedos españoles saliendo a hombros por la Puerta Grande de la plaza de toros de Zaragoza.

Después de que el que abrió plaza se lastimara una pata y le obligara a abreviar la que estaba siendo una entonada faena, parecía que la suerte volvía la espalda al veterano torero de Salteras en un día tan señalado como el de su adiós a las plazas españolas tras dos décadas de trayectoria.

Pero obedeciendo a su más que reconocida y demostrada fortuna en los sorteos, el azar volvió a recompensar a El Cid con un cuarto toro de García Jiménez que le puso en bandeja la despedida en triunfo y honor que merecía.

Serio y ofensivo de hechuras y de pitones, "Derribado", que así se llamó el último toro que estoqueaba en España, tardeó en varas y sacó genio en banderillas, pero bastó que el sevillano le citara en los medios en la apertura de la faena de muleta para que rompiera a embestir con creciente entrega y con una transmisión que le dieron todo el calor al encuentro.

A medida que El Cid le iba ligando las tandas de pases con la derecha, en un loable esfuerzo por someterlo, el animal iba aumentando su celo y su clase, que fue mayor y más notable cuando el matador lo pasó al natural. Vibraba la plaza y se emocionaba el torero, también entregado pese a ciertas desigualdades en su hacer.

Y ya al final, disfrutando del momento, se recreó El Cid en los adornos y los desplantes, como paladeando ese último triunfo que parecía cantado a pocoque lo matara con efectividad, lo que nunca fue una constante en su carrera.

Pero la espada entró a la primera y la presidencia sacó los dos pañuelos que avalaron su última salida a hombros a este lado del Atlántico -aún le quedan algunos compromisos en ferias americanas- no sin asomar también el pañuelo azul para hacer justicia con un astado de tan emotiva y duradera entrega en sus embestidas.

También enrazado resultaron los dos "domecqs" salmantinos que le correspondieron a El Fandi, que bulló vistosamente con ambos con el capote y los banderilleró con su habitual espectacularidad. Per otra cosa fue lo que pasó en el último tercio, donde sus faenas no tuvieron el mismo nivel.

Muleta en mano, el granadino no se confió nunca con el segundo de la tarde, que desparramaba la vista antes de tomar el engaño, aunque bastaba con citarle con una mínima firmeza para que descolgara y prolongara sus embestidas sin mayores problemas.

Y más claro resultó el quinto, con el que, de rodillas o a pie firme, El Fandi no pasó de recetar un toreo ligero y vulgar y de recurrir a recursos populacheros para acabar obteniendo una oreja de muy escaso peso específico.

Por el contrario, los dos toros de López Simón fueron los únicos descastados del sexteto, sin excesivas complicaciones aunque con una actitud apagada y renuente ante la que el diestro madrileño se dilató de manera tan anodina como dilatada, y en especial con el mostrencón que cerró plaza, sin obtener ningún resultado significativo.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de los tres hierros de la familia García Jiménez, muy dispares de cuajo, volumen, cabezas y hechuras, desde lo excesivo hasta lo escaso. De juego también desigual, destacaron por su encastado comportamiento 2º, 5º y sobre todo el 4º, "Derribado" de nombre, que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

El Cid, de azul marino y azabache: estocada baja (ovación); estocada trasera (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta Grande.

El Fandi, de añil y azabache: pinchazo y estocada tendida trasera (silencio tras aviso); estocada tendida trasera (oreja).

López Simón, de azul noche y oro: dos pinchazos y estocada desprendida (silencio tras aviso); dos pinchazos, estocada y descabello (silencio tras aviso).

Al finalizar el paseíllo sonó el himno nacional y la empresa hizo entrega de una imagen de la Virgen del Pilar a El Cid con motivo de su despedida de los ruedos.

Octavo festejo de abono de la feria del Pilar, con más de tres cuartos del aforo cubierto (unas 8.000 personas).

 
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