La calidad de la Ribera del Duero, también en el trato a las personas
Vienen durante muy pocas semanas al año, pero los temporeros que acuden a la vendimia son fundamentales para mantener el éxito de nuestro producto más emblemático. Se merecen un trato digno
Aranda de Duero
Dice nuestro admirado maestro Iñaki Gabilondo que la calidad de un equipo es la del peor de sus componentes. Por muy buena que haya sido la elaboración de un reportaje de un equipo de redacción, su contenido, su redacción, su montaje, sus músicas, sus fuentes… de nada servirá si a la hora de presentárselo a la audiencia los equipos de sonido tienen tantos fallos, tanto ruido y tan poca potencia que apenas le llega a la audiencia. Y así podríamos decir de cada componente. De poco sirve la excelencia de un componente si se ve rebajada por la del resto del equipo.
En la Ribera del Duero la calidad de sus vinos está por encima de toda duda. Lo dicen los mercados y los críticos. Los datos de venta y comercialización de los vinos y las reseñas de la prensa especializada. Pero en el proceso de elaboración hay eslabones más débiles, que como suele ocurrir, inciden en el factor humano.
No deberíamos sentirnos orgullosos si la calidad de estos vinos y su éxito internacional tiene borrones, por pequeños que sean, en el trato a las personas que se encargan de los trabajos más duros, como son los temporeros que acuden a la vendimia.
Vaya por delante, en honor a la verdad, que hace ya algunos años que no es masiva la presencia de personas durmiendo en la calle, o en los cajeros, deambulando por las vías públicas sin un destino en el que descansar de las duras jornadas de trabajo. No solo se debe a que ha pasado lo peor de la crisis, sino también al trabajo de los sindicatos, las fuerzas de seguridad y de forma conjunta de otras entidades sociales que trabajan desde hace años no solo para dar respuesta puntual a las necesidades de este momento, sino también para que se cumpla la legalidad laboral. Que es la tónica en la mayoría de los casos, lo que no impide que haya excepciones que no pueden dejarse pasar por alto.
Y mejorar en la medida de lo posible unos convenios que todavía no incluyen o lo hacen de manera muy deficiente cuestiones tan básicas como el alojamiento y la manutención. Que no tiene nada que ver con pagar hoteles de cinco estrellas a estos jornaleros como muy desacertadamente dijo hace años algún pseudoempresario del campo.
Vienen durante muy pocas semanas al año, pero son fundamentales para mantener el éxito de nuestro producto estrella, el vino de la Ribera del Duero. Que sean bienvenidos quienes vienen a ganarse la vida trabajando y con ello hacen más grande esta tierra. Merecen, cuando menos, justicia como trabajadores y un trato digno como personas.