"Al alcalde de Murcia no se le ve feliz, ¿qué tendrá el alcalde?, por Pepe Belmonte
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Murcia
EL ALCALDE BALLESTA Y SU CAMINO HACIA LA IGNORANCIA
Micromentario / Pepe Belmonte (30-09-19)
02:51
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No lo digo sólo yo, se comenta en los corrillos y, también, entre la gente de su propio partido, entre algunos de sus incondicionales: el alcalde Ballesta ha perdido mucho de su encanto. Se ha vuelto, en los últimos tiempos, un tanto irritable y mucho más predecible. O lo que es lo mismo: su imagen de político diferente, culto, capaz de sacarse un as de la manga o un conejo de la chistera, la ha perdido casi por completo.
Y pongo, si me lo permiten, un ejemplo práctico. Hace unos días, en una mesa redonda sobre Mario Vargas Llosa, organizada por el diario La Verdad y celebrada en el Palacio del Almudí antes varios consejeros, el rector y el presidente del Consejo Social de la Universidad de Murcia, concejales del municipio y mucha gente ilustre, Ballesta se mostró muy remolón y reticente a la hora de saludarme y estrecharme la mano por mi condición de ponente.
Fui yo quien dio un paso al frente y con el brazo extendido le dije: “¿Tienes algún problema conmigo, alcalde?”. A lo que me respondió, con el ceño fruncido: “Tú y yo ya hablaremos”.
Es obvio que mis comentarios a través de la SER y mis tuits sobre su más que polémica gestión de la obra, tan faraónica como inútil, “Murcia-Río”, así como el absoluto abandono en el que tiene sumidas a las pedanías y a los barrios periféricos, no le han sentado demasiado bien. Le falta correa, que diría mi madre en su lenguaje huertano y puro.
Y para colmo de males, en el aludido acto organizado por el diario La Verdad, el alcalde-pregonero, es decir, José Ballesta, no estuvo, que digamos, demasiado afortunado en su intervención a la hora de inaugurar esa jornada.
Les explico. Mientras que el rector de la UMU, Pepe Luján y la Consejera de Educación y Cultura, Esperanza Moreno, con la que tuve ocasión de conversar de manera muy agradable, fueron breves, comedidos, mesurados y correctos en sus discursos, Ballesta, ante la perplejidad de los presentes, largó un tedioso e inacabable discurso, con muchas imprecisiones, sobre Vargas Llosa y Murcia que no venía demasiado a cuento, relatando, una vez más, las tres o cuatro anécdotas que viene empleando en multitud de ocasiones y que ya nos sabemos de memoria hasta el hartazgo.
A Ballesta no se le ve feliz. El nuevo equipo de gobierno, con socios tan incómodos y tocapelotas como los que tiene a su alrededor, con una oposición más sólida y firme que nunca, no es el de antaño en donde al regidor se le veía ciertamente cómodo, alegre, dueño de sus actos, como un auténtico reyezuelo oteando el horizonte desde el castillo de su taifa.
A Ballesta, que es tan aficionado a las citas, que emplea por doquier e indiscriminadamente, quiero ofrecerle, sin ánimo de ofender, una por cuenta de nuestro Baltasar Gracián, que quizá él ya conozca: “El primer paso de la ignorancia es presumir de saber”. Ahí lo dejo.
Pepe Belmonte